BRUSELAS. Las autoridades belgas tenían conocimiento desde 2012 que un grupo de extremistas cercano a los autores de los atentados de pasado noviembre en París buscaba armas y explosivos para atacar blancos europeos, y no les impidió viajar a Siria.

 

La información fue revelada este martes por diarios locales y confirmada por la Fiscalía federal, que justificó su inacción por el hecho de que “el fenómeno de viajes hacia Siria no era tan conocido entonces como lo es actualmente”.

 

En abril de 2012, el brazo antiterrorismo de la policía federal informó a la Fiscalía de actividades sospechosas en el departamento del belgo-marroquino Gelel Attar, ubicado en el barrio bruselense de Molenbeek.

 

Según la nota, la vivienda sería utilizada como local de reuniones de extremistas para planear la lucha armada contra las democracias occidentales, descritas por los sospechosos como “el principal enemigo del islam”.

 

Es posible que de las citas haya participado Chakib Akrouh, el terrorista que se inmoló durante la operación de la policía francesa en un piso de Saint-Dennis, cinco días después de los atentados de París, en compañía de Abdelhamid Abaaoud.

 

A la época, Attar era conocido como brazo derecho de Khalid Zerkani, condenado en 2015 a 12 años de prisión al ser considerado uno de los principales reclutadores de jóvenes belgas para el grupo terrorista Estado Islámico (EI).

 

Uno de los belgas enviado por Zerkani a Siria fue Abaaoud. El mismo Attar viajaría a Siria en 2013 en compañía de Akrouh.

 

Aún no está claro si Attar ha tenido alguna implicación en los atentados de París, pero su cercanía con Akrouh condujo a su detención, el pasado 15 de enero, en Marruecos.