Investigadores del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) descubrieron restos del costado norte de la principal cancha de Juego de Pelota de la antigua Tenochtitlan y una ofrenda con vértebras cervicales humanas.
El hallazgo se realizó en la calle de Guatemala, en el Centro Histórico de la Ciudad de México en donde se ubicaba el Templo de Ehécatl-Quetzalcóatl, deidad mexica del viento; y bajo uno de los pisos de la escalinata norte se encontró una ofrenda conformada por vértebras cervicales humanas.
Así lo detalló en un comunicado el INAH, en el cual refirió que dicho descubrimiento se dio a conocer en la pasada Primera Mesa Redonda de Tenochtitlan, organizada por el organismo.
Este hallazgo fue registrado como parte de los trabajos de salvamento del Programa de Arqueología Urbana (PAU), bajo la coordinación del arqueólogo Raúl Barrera Rodríguez, quien comentó que el INAH tiene el propósito de continuar con las exploraciones en el lugar este año.
Fue durante las excavaciones realizadas en 2014, cuando un equipo de especialistas dirigidos por la arqueóloga Lorena Vázquez Vallín, descubrió los vestigios de una plataforma orientada de este a oeste y cuya longitud aún se desconoce.
Dicha estructura prehispánica que mide nueve metros de ancho y se encuentra a 6.45 metros al sur del Templo de Ehécatl, presenta tres etapas constructivas correspondientes a las fases V, VI y VII del Templo Mayor.
La construcción abarca el periodo comprendido entre 1481 y 1521 y la fase VI, edificada hacia 1486-1502, es la mejor conservada.
Por otra parte, en el costado norte de la plataforma que delimita al Juego de Pelota, se hallaron dos escalinatas superpuestas de cuatro peldaños, con sus respectivas banquetas que comunicaban con el Templo de Ehécatl; y en el lado sur, se identificó la superposición de los restos de tres muros estucados en forma de talud de aproximadamente 1.95 metros de altura.
La ofrenda fue encontrada bajo uno de los pisos de la escalinata norte del juego de pelota, y fue catalogada por los expertos como “única” por sus características, respecto con otras localizadas en estructuras del Recinto Sagrado de Tenochtitlan.
Los restos descubiertos a una profundidad de 1.60 metros, en un espacio de aproximadamente 45 centímetros, muestran que la ofrenda la conformaban varios grupos de cervicales humanas que aún guardaban su posición anatómica y presentan buen estado de conservación.
En el sitio también se recogieron los restos de navajillas y puntas de maguey, entre otros materiales, indicaron la maestra en Antropología Física, María García Velasco, y los arqueólogos Fernando Orduña Gómez y Lorena Vázquez Vallín, del PAU.
Un estudio antropofísico determinó que dichos huesos, que al parecer fueron depositados con los tejidos blandos, correspondían a una treintena de individuos, cuyas edades oscilaban desde los infantiles, de cero a seis años, hasta los juveniles, que eran más numerosos.
Para continuar el análisis, se tomaron muestras de sedimento para futuros análisis en busca de restos proteicos que pudieran indicar la presencia de sangre en el depósito, explicó la antropóloga María García.
“Al hacer el registro y análisis de los grupos de cervicales que conforman la ofrenda, encontramos que pertenecían a 31 individuos entre infantiles, juveniles y adultos; en 18 de éstos había presencia del hueso axis (la segunda vértebra cervical), lo que es importante para profundizar en el conocimiento acerca de la técnica de desarticulación del cráneo”, agregó la investigadora.
María García Velasco, Fernando Orduña Gómez y Lorena Vázquez Vallín explicaron que el cotejo con fuentes históricas, principalmente con los códices, arroja una clara relación entre el Juego de Pelota, la decapitación y la fertilidad: “El hueso, seco, molido, podría representar una semilla, al igual que la sangre, un elemento esencial dentro de un sistema de regeneración de vida”.
“Es factible que algunos individuos hayan sido sacrificados como pago a los dioses, convirtiéndose en un alimento para la continuidad de la vida”, concluyó García Velasco.