NUEVA YORK. El hip hop se ha convertido en la terapia más puntera en los institutos de El Bronx, donde los alumnos, la mayoría afroamericanos y latinos, no tienen acceso a psicólogos para purgar sus carencias afectivas o expresar su rabia por sus vivencias de injusticia social.
Por el potencial de esta terapia, que habla en un lenguaje cercano a los jóvenes, en el mismo barrio que vio nacer al hip hop en los años 70, han apostado algunos responsables de centros educativos como Stacey King, directora del instituto New Visions Charter High School.
En declaraciones a Efe, King explicó que la mayoría de sus estudiantes “no tiene si quiera el apoyo de sus padres” y que en las clases de hip hop, tienen la opción “de expresar lo que les preocupa al tiempo que se sienten parte de una familia y crece su autoestima”.
Con la voz entrecortada, contó que el curso pasado sufrieron el suicidio de un compañero que tenía problemas en casa y que los estudiantes encontraron la manera de sobrellevar la pérdida y honrarle con la escritura de un tema de hip hop.
Además de como terapia, componer letras para “rapear” ayuda a los estudiantes a mejorar sus notas, pues aprenden a escribir mejor, a leer y adquirir otras capacidades.
King confió la nueva asignatura al joven profesor Ian Levy, que está trabajando en su tesis sobre el hip hop como terapia en la Universidad de Columbia, un lugar donde es muy difícil que sus alumnos algún día lleguen a estudiar dado que la matrícula cuesta alrededor de 30 mil dólares al año.
En un aula con fotografías de raperos como Jay Z en las paredes, un micrófono, una mesa de mezclas y muchos CD, y de un tamaño muy inferior al de otras clases donde se imparten asignaturas más tradicionales, se arremolinan cada día un montón de adolescentes para mostrar a Levy sus temas.
En las paredes algunas instrucciones, incluida “aquí no se juzga” y “lo que pasa en el aula se queda en el aula”.
El año pasado, los estudiantes produjeron su primer álbum, “Hoodies up mixtape”, en homenaje a las capuchas de sudadera que identifican a muchos amantes del hip hop y también, particularmente, a los chicos afroamericanos.
El asesinato de varios de estos jóvenes a manos de policías blancos en los últimos años en EU inspiraron la mayoría de letras sobre injusticia racial del álbum.
Entre los intérpretes, el joven de 17 años Jason Alcequiez, que explica que con la música “se siente parte de una familia” y apunta que el hip hop le da la opción expresar lo que piensa.
Preguntado por la opinión de sus padres sobre su pasión por el hip hop, Alcequiez cuenta a Efe que “están encantados” porque se pasa “el día en la escuela”.
“Muchos de estos chicos no tienen acceso a servicios mentales porque no están al alcance de sus familias. Ojalá más adolescentes en este país pudieran optar a terapias como esta en su propio centro de estudios”, explicó Levy.
“Porque, aunque estos chicos tuvieran acceso a un psicólogo, tampoco podría tener la misma eficacia porque ellos hablan otro idioma y no van a querer contarle a alguien que no les conoce ni les tiene en estima lo que les ocurre”, añadió.
“Los temas que salen en clase y que acaban en las letras de sus canciones tratan de cómo ven las injusticias a las minorías en este país, pero también de lo que les ocurren con sus padres, con sus amigos”, relata.
Los alumnos del centro, un “charter high school”, en el que el existe financiación pública y privada y en el que se tiene mayor libertad para decidir el personal y el currículum académico que en los colegios públicos, tienen plaza por un sistema de loterías.
“Todo esto es posible porque hemos recibido donaciones y porque la directora del centro ha apostado por mi y porque sus alumnos se beneficien de esta clase. Si no sería imposible”, apunta Levy.