Vaya cierre de enero el que registraron los mercados financieros a nivel mundial. Después de eventos que incidieron negativamente en su comportamiento, durante los primeros veinte días del mes hubo acontecimientos que ayudaron a relajar la presión de baja de una manera importante para mantener muy probablemente durante febrero una “menor aversión al riesgo”. Por el lado negativo, iniciamos con información económica de China que sigue mostrando un proceso de “desaceleración”: indicadores de manufactura, de servicios, ventas al menudeo, producción industrial, inflación y una necesidad de fortalecer su balanza comercial a través de una depreciación del yuan que ascendió a 1.4% al cierre de mes.
Por otra parte, el “rápido” levantamiento de sanciones económicas a Irán que trajo un escenario de mayor “sobreoferta” de crudo en el mercado, aunado a su rompimiento de relaciones diplomáticas con Arabia Saudita por el conflicto en Siria y el aumento en la producción de petróleo por parte de Arabia y de Irak que llevaron a los precios del petróleo a registrar caídas del orden de 30% durante el mes.
También las previsiones a la baja tanto del Banco Mundial (BM) como del Fondo Monetario Internacional (FMI) sobre el crecimiento de la economía mundial especialmente en el caso de China, países emergentes y Japón afectaron el ánimo de inversionistas para decidir en dónde invertir sus recursos.
Además, se dieron a conocer indicadores de la economía de Estados Unidos en sentido contrario a las estimaciones de los miembros del Fed, que en su última reunión de política monetaria en diciembre de 2015 habían decidido iniciar el movimiento de alza en la tasa de interés en 25 puntos base, pero que consideraban que para 2016 podrían incrementarla entre 3 y 5 ocasiones más con 25 puntos base cada una y sólo generaron “confusión”.
Sin embargo, las reuniones de política monetaria (consideradas como un primer gran acontecimiento), primero del Banco Central Europeo (BCE) que dejó abierta la posibilidad de generar nuevos estímulos monetarios a la región a partir de marzo próximo empezó a darles algo de oxígeno a los mercados. Más tarde, ya en los últimos días de enero, se tuvo la reunión de la Fed que dejó sin cambio su tasa de referencia y además reconoció el proceso de desaceleración de su economía, pero se mantuvo confiado en una normalización durante el presente año, lo que reforzó un “escenario” de alza en tasas mucho más gradual y que inclusive llevó a los futuros en el mercado a esperar hasta septiembre próximo el siguiente movimiento de alza y que podría ser de 1 a 2 ocasiones únicamente en 2016. Finalmente, en el último día del mes, el Banco de Japón “sorprende” a los mercados con una reducción en sus tasas de interés llevando la tasa de referencia a terreno “negativo” y además mantuvo su compra de activos, lo que significa que “seguirá la liquidez” por un tiempo más, reduciendo las presiones sobre las bolsas y las divisas, especialmente de mercados emergentes ligados a las materias primas.
Otro acontecimiento relevante fue que países miembros y no miembros de la OPEP están conscientes del efecto “negativo” que ha generado la caída en los precios del petróleo en sus “economías”, y están dispuestos a llegar a un acuerdo durante febrero (como mayor probabilidad) para reducir la producción diaria de crudo en 5.0%, aproximadamente, y así equilibrar “oferta y demanda”, sólo quedando la incógnita de Irán y su aumento en la participación de mercado a través de bajos precios.
Así, los mercados lograron recuperar parte del terreno perdido en enero. Aun así, las bolsas americanas registraron bajas de entre 5 y 8%, las asiáticas retrocesos de 8% en el caso de la de Japón y más de 20% la de China, mientras en Europa vimos retrocesos entre 2 y 9%. En el caso del mercado accionario mexicano, el IPC ganó 1.52% y se convirtió en una de las más “defensivas” por el momento.
Sin embargo, el peso mexicano fue de los más afectados al depreciarse 5.3% por delante de la libra esterlina, que perdió más de 3.0% y hasta el real brasileño que se depreció 1.0%.
Esperamos un febrero en mejores condiciones generales, aunque los riesgos de bajo crecimiento seguirán incidiendo en las bolsas y harán sensibles el movimiento de divisas y de materias primas.