Al interior de la alta jerarquía de la Iglesia Católica mexicana existe desconfianza hacia personajes como Norberto Rivera o Juan Sandoval Iñiguez, cardenales que, pese a tener un alto grado y mucho poder siguen sin ocupar la presidencia de la Conferencia del Episcopado Mexicano, aseguró Alberto Athié Gallo, ex sacerdote que pasó 20 años como Legionario de Cristo y quien actualmente es activista a favor de las victimas de curas pederastas.
“Es importante preguntarse por qué el cardenal Norberto Rivera nunca ha sido presidente de la Conferencia del Episcopado Mexicano, lo mismo que Juan Sandoval Iñiguez. Eso quiere decir que pese a ser cardenales muy fuertes no son bien percibidos dentro de la Conferencia como líderes” dijo el ex legionario.
Athié Gallo fue sacerdote de la orden de Los Legionarios de Cristo durante 20 años, hasta que en el año 2000 la abandonó por el escándalo de abusos sexuales a menores por parte del fundador de la agrupación, Marcial Maciel. Desde entonces dejó el ministerio religioso para convertirse en activista a favor de las víctimas de curas pederastas.
Athié explicó que esta desconfianza se debe en la forma de actuar de estos dos altos jerarcas, quienes en lugar de defender los valores históricos de la Iglesia Católica quieren imponer sus verdades únicas.
Pero más allá de personajes como Rivera o Sandoval, Athié ve una pugna interior en la Iglesia Católica por mantener el control en la alta jerarquía, lo cual ha llevado a que personajes comprometidos con las luchas sociales como Raúl Vera, Alejandro Solalinde o la hermana Consuelo queden marginados de la institución.
“Son personas que son marginados por el Episcopado, lo mismo que Javier Sicilia, el gran poeta católico, quien puso en evidencia que las victimas no son daños colaterales de una lucha legítima contra el crimen organizado, sino el blanco del uso exagerado de la fuerza. Ellos se han tenido que refugiar en la sociedad civil, pero sin perder sus principios religiosos”, añadió el activista.
Ese desprecio al trabajo de estos religiosos es en parte porque confrontan a los líderes del Episcopado y también porque se cree que ellos, al rechazar las jerarquías, van a pervertir a la institución.
Esa pugna al interior de las altas esferas del poder da como resultado que los cardenales solo aparezcan para criticar movimientos contrarios a la moral católica tradicional, tales como el aborto, los homosexuales, las denuncias de casos de pederastas dentro de la iglesia.
Con todos estos antecedentes, a Athié no le sorprende que la Iglesia Católica en México haya perdido credibilidad ante la sociedad.
“No veo a la iglesia de los años que compartí, comprometida con las causas más nobles y más humanas, de luchas estructurales contra la pobreza y democratización del país. “La Iglesia Católica ha venido perdiendo significado sacramental y prácticamente ha dejado de ser un referente del país para buscar caminos de cambio que permitan un país más humano”