Nadie duda hoy que el mejor modelo de negocio futbolístico está en el futbol de Inglaterra: la competitividad, la emoción, la narrativa, la penetración en tantos mercados (muchos de ellos, heredados por las viejas zonas de influencia del imperio británico), el poder adquisitivo de muchos y no sólo de uno (como en Alemania o Francia) o dos (como en España o Italia).

 

Partidos como el Chelsea-Manchester United de este domingo (en donde los dos se volvieron a comportar con la grandeza que les caracteriza), más la hermosa revelación que supone el liderato del Leicester City (incrementado tras vencer con autoridad al sublíder, Mánchester City, en su casa), o el atractivo que supone tener a cuatro clubes con francas opciones de coronarse, dejan claro que la Premier League está por delante de todas. A eso debemos de añadir el nuevo contrato de venta de derechos de televisión, por entrar en vigor, mediante el cual una entidad inglesa de peso medio podrá pelear traspasos estelares a Real Madrid, Barcelona o Bayern.

 

Todo lo anterior, establecido con el marco del Super Bowl, el momento cumbre de la liga deportiva que sirve como mayor canon para las demás y de la que tanto ha aprendido la inglesa. La NFL ha sabido introducirse en los usos y costumbres de los aficionados, en los rituales de comportamiento y consumo, incluso con tan pocos partidos oficiales como dieciséis de temporada regular (contrastemos eso con los sesenta que puede disputar por campaña un gigante europeo entre todos los torneos).

 

Las estimaciones varían, pero se calcula que la plusvalía anual de la NFL es de 3 mil 300 millones de dólares, al tiempo que la Liga Premier está por ahí de los 2 mil millones. La televisión hace la gran diferencia, por mucho que la cantidad de jornadas de una y otra sea tan distinta. Por ello, el nuevo contrato de la Premier al que me he referido, con ocho mil millones de dólares a distribuirse en tres años, tiende a modificar la balanza.

 

Un estudio reciente señala que la facturación total del futbol europeo apenas es el ochenta por ciento de las cuatro grandes ligas estadounidenses. No obstante, la Premier ya ha rebasado a la NBA, está a nada de alcanzar a la MLB y no tardará en codearse con la NFL.

 

El futbol americano ha servido como ejemplo para los demás deportes: de gestión, de espectacularidad, de regulaciones para lograr paridad entre todos los integrantes, de emotividad, de narrativa del juego en medios de comunicación (primero, fielmente de la mano de la televisión, ahora al aprovechar nuevas tecnologías). Es posible, sin embargo, que la NFL se encuentre ya muy cerca de su límite de expansión y posicionamiento.

 

Con su auge chino, estadounidense, árabe, incluso indio, el futbol es quien tiende a sumar feligreses por doquier y, consciente de ello, nadie como la Premier League para elevar sus números.

 

Tema distinto, su reto es que la selección inglesa y los clubes locales, poco hegemónicos, se beneficien de tantos millones.

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