En la última visita de Juan Pablo II a México, las calles estaban cerradas por la gente, se amontonaban, ahora no, ahora están cerradas pero por el Estado Mayor, platica un taxista, quien afirmó que el papa Francisco no tiene gente.
Sin apartar la vista del volante, el conductor continúa su monólogo: “Nunca veo la televisión, pero ayer en las imágenes, en las vallas se veían partes sin gente. Eso decía el periodista que estaba allí, pero luego el conductor de televisión, así como para justificar que dice, ‘ha de ser el frío’, pero no”, aseguró el taxista.
Para justificar su desánimo sobre esta, la séptima visita de un jerarca de la Iglesia católica a México, se remite al “Papa viajero” quien en 26 años de pontificado visitó el país en cinco ocasiones.
“Juan Pablo sí emocionaba”, dice al recordar el último de esos viajes, en julio del año 2002.
“Caminamos hasta Circuito Interior, por La Raza; lo vimos pasar, poquito, pero era muchísima gente”.
Señaló que “la gente lo que necesita es fe y esperanza”.
El pesimismo del hombre tiene varias causas, pero la más importante, cuenta, son las declaraciones del Papa de hace unos días.
“Él dice que no viene a resolver los problemas de México, y eso ya se sabe de antemano”, pero insiste, “la gente lo que necesita es fe y esperanza”.