El peso mexicano ha sido de las monedas que más han sufrido en este 2016 a consecuencia del ajuste en los precios del petróleo y el riesgo de una desaceleración mayor de la economía de Estados Unidos. Estos elementos están teniendo incidencia directa en menores ingresos a los esperados por el gobierno federal, así como de Pemex, con una rentabilidad “negativa” y un aumento en el nivel de endeudamiento.
El acuerdo inicial entre algunos países para establecer su nivel de producción de crudo con respecto al registrado en enero de 2016 abre espacios para reconocer que los precios actuales a nadie ayudan y afectan a los gobiernos cuyos ingresos dependen del petróleo en mayor o menor medida. Es muy probable que los pactos caminen lento debido a una clara desconfianza de que se cumpla cabalmente. Irán, por ejemplo, apoya este último acuerdo pero actualmente está enfocado en recuperar una mayor participación de mercado, por lo que vende a precios inferiores a las cotizaciones públicas. Pero al final, el simple hecho de reconocer la situación y reunirse es un punto positivo.
En el contexto nacional, el anuncio de la Secretaría de Hacienda y del Banco de México el pasado miércoles genera una mayor confianza entre los inversionistas porque existe una buena comunicación interinstitucional y asumen compromisos públicos en conjunto, ante un entorno internacional adverso y que será de largo plazo todavía.
Es una “medicina amarga” para todos nosotros la reducción en el gasto público federal, que puede ser aún insuficiente para lo que se requiere, pero también se cuida que la economía no pierda de golpe el impulso de crecimiento que desde el segundo semestre del año pasado ha venido mostrado en el consumo interno. Por otro lado, aumentar el costo del dinero en 50 puntos base llevará a incrementar los intereses en tarjetas de crédito, en préstamos personales y empresariales, pero también afectará inversiones en papeles corporativos en mercado de dinero y los precios se ajustarán hasta reconocer este efecto.
Es muy probable que en los próximos días estemos escuchando o leyendo de reducciones en los estimados de crecimiento para la economía mexicana en este 2016 y para 2017, pero aun así, la mayoría se mantendrá por arriba del 2.0% anual. Esperemos que con todos estos eventos el peso mexicano se desarrolle en una nueva banda de $18.50 a $17.50 por algunos meses, creando menor afectación a la confianza sobre la estabilidad macroeconómica, de empresarios y consumidores.
Efecto inmediato a la pymes
Ya veníamos comentando en columnas anteriores la condición más vulnerable para las pequeñas y medianas empresas. Sus líneas de crédito o préstamos vigentes, que normalmente en bancos son con base en la TIIE más un spread, considerarán de ahora en adelante que ésta tasa tendrá una nueva referencia en 4.03% aproximadamente más los puntos que cada banco tiene en sus programas de crédito, pero que también las empresas financieras no bancarias tendrán el pretexto perfecto para incrementar aún más las tasas de interés que cobran. Esos son los costos.
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