Cuando la boca se mueve más rápido que las manos y las palabras no tienen estrategia, como sí la tiene una pelea de box, el golpe que se recibe es fulminante, tan lo es que incluso “haciendo sombra”, como practican los boxeadores, ésta se va, se aleja de nosotros para dejarnos solos, muy muy solos.

 

Se ha dado cuenta que un concepto puede ser más doloroso que el mejor volado que haya ejecutado en su carrera, que las palabras hieren más que cualquier golpe, incluso aquel que le conectó Juan Manuel Márquez el pasado 12 de diciembre del 2012, cuando lo mando a la lona con toda su fama y el pesar de los jueces que le habían favorecido con su visión en los enfrentamientos pasados con el mexicano… … … … … … … … … … … … … … … … … … … … … … … … … … … … … … … … … … … … … … … … … … … … … … … … … … … … … … … Una disculpa, pero este espacio lo dedique para volver a ver el impresionante knock-out del mexicano.

 

Volviendo al tema, Manny Pacquiao ha derribado con un sólo golpe lo que se construye en muchos años: una torre de varios millones de dólares, esos que sólo le llegan a un muy selecto grupo de deportistas destacados por lo que hacen, más no por lo que dicen o cómo piensan. ¿Cómo lo hizo? Declarando públicamente que los homosexuales “son peores que los animales”. Lo dijo así: “Las mujeres están hechas para los hombres y los hombres para las mujeres. ¿Ves a animales manteniendo relaciones homosexuales? Los animales son mejores, saben distinguir entre hombres y mujeres”.

 

Dijo lo que pensaba, mas no pensó lo que dijo. Él puede tener en la cabeza un millón de conceptos e ideas con las que podemos o no estar de acuerdo, el problema está cuando se exponen públicamente.

 

Que paradójico escuchar hablar así a alguien que sufrió tanto para llegar a donde hoy está y tener lo que tiene.

 

La cabeza no nos ofrece espacio para imaginarnos a un niño de 12 años huyendo de su casa porque su padre había matado a su macota, un perro, para después comérselo delante de él. Dejó su techo para pasar mucho tiempo en la calle ganándose la vida vendiendo donas y después convertirse en un peleador callejero.

 

Su historia de vida es increíblemente inspiradora y desgarradora a la vez, por lo mismo, resulta muy difícil concebir que esta clase de opiniones salgan de alguien que vivió discriminación y extrema pobreza para, después, levantarse y adoptar un rol de héroe nacional.

 

Podrían caber cualquier cantidad de calificativos para Pacquiao, pero estaríamos subiéndonos a un ring donde no nos apetece por considerarlo estéril y una pérdida de tiempo. Se equivocó, claro está, no es correcto decir esa clase de cosas y tiene el derecho de decirlo, pero igualmente la obligación de asumir las consecuencias. Y ya recibió la primera al quedarse sin el patrocinio de Nike, que después de esto decidió romper todo tipo de relación con él.

 

Pero no es el económico el golpe más fuerte. Su cartera es demasiado sólida para resentirlo ya que su fortuna es cercana a los 500 millones de dólares, obtenidos a lo largo de su muy brillante carrera, y, aunque a nadie le gusta perder dinero o dejar de ganarlo, sus cuentas de banco son lo suficientemente robustas para soportar el abandono de la palomita.

 

Digamos que se bajó del ring con una derrota a cuestas, pero los daños están por analizarse. Tendrá que ir a revisión, aunque en esta ocasión no será un médico quien lo evalúe, sino el pueblo filipino que decidirá el 9 de mayo si es o no una buena opción para que los represente en el senado.

 

Su carrera política está en juego, su reputación y esa, por más que la memoria en general sea corta, es de las cosas más difíciles de recuperar.

 

Nos vemos el lunes en la Grada 24