Hace unos días nos enteramos de una decisión que resume muy bien la gestión por la infraestructura en México. Ante las dificultades presupuestales, uno de los proyectos que resultó afectado fue la ampliación del metro a Chalco. El propio Jefe de Gobierno de la Ciudad de México pidió a la Secretaría de Hacienda reconsiderar esta decisión, pero en realidad la esperanza es nula. La infraestructura no se está haciendo para los más pobres, sólo para aquellos que puedan pagarla.
La probable cancelación de la expansión del metro a Chalco tira por la borda un esfuerzo no de esta administración, sino que en realidad comenzó en la pasada. Primero se intentó construir un tren suburbano desde Chalco a la actual terminal de la línea A del metro, La Paz; los fondos estaban en Banobras, para una asociación público privada, pero dependían de su atractivo comercial y la licitación quedó desierta. Posteriormente se intentó un proyecto aún más complejo, conectar Chalco con Ecatepec, con el mismo resultado. Para entonces crecieron las voces: es más práctico expandir la línea A del metro, hoy Pantitlán – La Paz, para atender los municipios de Valle de Chalco y Chalco.
El proyecto de expansión de la línea A consiste en el crecimiento de 12.9 kilómetros, la mayor parte en paralelo a la autopista México – Puebla. El derecho de vía ya está liberado, al centro de la autopista, la obra sería relativamente simple con respecto al resto de las ampliaciones del metro en la ciudad.
Insisto, la infraestructura no se está haciendo para los pobres. Para los dos deciles más ricos, sí. Como los automovilistas pueden pagarlo, la Secretaría de Comunicaciones y Transportes mantiene firme la idea de un segundo piso en Insurgentes Norte para conectar La Raza con Indios Verdes y la Autopista a Pachuca; se está ampliando la Autopista a Toluca sin importar que el proyecto competirá con el tren de pasajeros Toluca – México. Como la infraestructura es sólo para los que pueden pagarla, la SCT planea una serie de conexiones de cuota por toda la Megalópolis de la Ciudad de México. Pero eso sí, para ampliar la línea A no hay recursos.
Ciertamente llevar el metro a Chalco no es la panacea para sus habitantes, el problema es que si una obra que lleva 9 años en los escritorios públicos se pospone una y otra vez, no se pueden plantear otros proyectos. De hecho, en los programas también ha estado una probable ampliación de la línea 4 del metro hasta el municipio de Acolman, y unos años más atrás, un tren de El Rosario a Atizapán. Pero como los usuarios del transporte público no tienen dinero, no hay asociación público privada que invierta en estos proyectos.
En materia de autopistas todo va sucediendo, el Circuito Exterior Mexiquense, la Naucalpan Ecatepec, la Supervía, los segundos pisos, 156 kilómetros tan sólo en las rutas mencionadas. Todas estas obras con inversión privada, pero, claro, quién va a invertir en los pobres. Del 2000 para acá, el metro creció 24 kilómetros; claro, nada lo paga, ni los votos. Para colmo, en el mismo lapso desapareció la Tenencia vehicular, que bien podría recaudar en Estado de México y Ciudad de México, más de 12 mil millones de pesos anuales, justo lo que cuesta la ampliación de la línea A a Chalco.
Si México no cambia su esquema de inversión pública, sea federal, estatal o de la Ciudad de México, la infraestructura de transporte masivo seguirá rezagándose. Gasolina, sobreprecio a las autopistas urbanas, tenencia, o cualquier otra estrategia, pero debemos cambiar la forma en que se expande la infraestructura en nuestro país, no todo puede ser por la vía de quienes sí pueden pagarlo.