ROMA. La esterilización de mosquitos a gran escala contra la transmisión del virus del zika necesita todavía más investigación, dijo hoy el jefe veterinario de la FAO, Juan Lubroth.
El responsable del Servicio de Sanidad Animal de la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO) señaló que la llamada técnica del insecto estéril funciona contra la mosca mediterránea de la fruta o el gusano barrenador, pero que lo haga con mosquitos “es algo que habría que investigar más a fondo”.
Esa tecnología consiste en criar insectos machos esterilizados mediante su exposición a radiación para dispersarlos de manera sistemática en la zona afectada, donde se aparean con las hembras sin lograr descendencia.
“Sabemos que funciona, pero una cosa es hacerlo en el tubo de ensayo y otra es tenerlo listo para grandes zonas de El Salvador, Colombia o Brasil”, destacó Lubroth.
Mientras tanto, agregó, la educación de las familias para prevenir el contagio del zika es “primordial”, pues pueden hacer cosas como protegerse de las picaduras con repelentes y ropa de manga larga, o vaciar cada dos o tres días los platos con agua debajo de los tiestos o los abrevaderos de donde beben los animales.
En ese sentido, la FAO está trabajando con la Organización Mundial de la Salud (OMS) -que declaró este mes una emergencia sanitaria de interés internacional- y la Organización Panamericana de la Salud para comunicar las buenas prácticas agrícolas con el fin de evitar las aguas estancadas, donde el mosquito vector del zika deposita sus larvas.
Frente al mosquito Aedes aegypti, que transmite el dengue, el chikunguña o el zika (que podría estar relacionado con un aumento de casos de microcefalia), también se está trabajando en la introducción de una bacteria en los insectos.
“Habría que ver también cómo se maneja eso a gran escala”, indicó Lubroth, que consideró “lógico” que se emplee una combinación de herramientas para atacar al mosquito desde varios frentes.
El experto subrayó que se pueden estudiar otras opciones como el uso de telas y mallas impregnadas con insecticidas para encerrar a los animales, lo que ha ayudado en algunos lugares a reducir la presencia de la mosca tsetsé e incluso los casos de malaria.
“Los larvicidas e insecticidas también son una opción. Tenemos que tener mucho cuidado en comunicar su debido uso”, apuntó, ante el temor de que se abuse de esos químicos contaminando el medio ambiente.
Para abordar el problema, el enfoque está más centrado en “manejar, prevenir y controlar” las poblaciones de mosquitos, dijo el especialista, recordando que esos insectos cumplen una función en el ecosistema, sirviendo de alimento a otros animales, y no se sabe qué efectos podría tener en él su erradicación.