Salir de la rutina, quitarse las inhibiciones y aceptar el cuerpo fueron algunas de las razones que motivaron a muchas personas a despojarse de sus pantalones en el transporte con más número de usuarios en la capital mexicana.

 

En su séptima edición, “El paseo sin pantalones en el Metro” repitió la dinámica en la que cerca de cinco mil personas realizaron una serie de actividades para causar expectativa en cada espacio en el que se paraban; sin embargo, los participantes coincidieron en que en comparación con otros años, el juego se volvió predecible.

 

En esta ocasión, se mezcló el paseo con el experimento MP3, el cual consistió en descargar un archivo en ese formato, para que al activarlo, los “agentes encubiertos” se unieran en las mismas indicaciones.

 

El juego comenzó a las 11:40 horas, cuando los agentes, como se hacen llamar los participantes, se reunieron en la Estela de Luz. Ahí prendieron sus dispositivos móviles y comenzaron con el instructivo.

 

Eran como un recreo, en grupos de cinco, diez, dos personas, caminaron hacia la Diana Cazadora. “Uuuuh”, una ola cual estadio de futbol hizo su aparición de ida y vuelta sobre Reforma. En el marco del Paseo Ciclistas, deportistas voltearon hacia el contingente sin una sorpresa excesiva.

 

“Vamos, falta poco, échale”, gritaban a los deportistas. Hubo quienes sonreían y otros que sospechaban de la exacerbación en el tumulto. Y en los audífonos de los agentes, la canción que distinguiera la película de Rocky Balboa sonaba para darle enjundia al momento.

 

En el siguiente ejercicio, las porras se volvieron slow motion, las bocas y las manos vitoreaban exagerando las gesticulaciones, como si tuvieran integrada una cámara phantom. Posteriormente tomaron su camino hacia las estaciones Sevilla, Tacubaya y Revolución, donde comenzaron el escándalo y los empujones, como un día normal en el gusano naranja; sólo que sin pantalones.

 

José Micha, uno de los organizadores del evento, explicó que por medio de Internet y redes sociales se inscribieron 12 mil personas. Se trata de una misión con una multitud espontánea en la que un grupo de desconocidos trabaja en equipo.

 

El evento tuvo gran convocatoria; sin embargo, para Luis Esquivel, quien acudió por cuarto año consecutivo, con cada edición se va mermando la sorpresa entre los espectadores.

 

“En esta ocasión fue muy anunciado, en eso no estoy muy de acuerdo porque es algo que debe ser espontáneo. De todos modos estuvo todo muy relajado, todos muy buena onda”, dijo.

 

Durante el juego no se registraron incidentes y al interior del Metro, personal de la Secretaría de Seguridad Pública capitalina resguardó el paso de los agentes secretos.