La Máquina de Tomás Boy no es más un equipo pecho frío; al menos en lo que va del torneo de Clausura 2016 donde, a pesar de ir abajo en el marcador en cinco ocasiones, se levantó para empatar en tres partidos, ganar uno y sólo perder uno. Este Cruz Azul sí tiene colmillos, y para muestra Tomás Boy que se va dos partidos a la congeladora por “Festejar los goles con actitudes groseras, como ademanes o burlas, o francamente antideportivas (en el partido ante América)”.
Si ese es el precio por tener a un Cruz Azul que pelea los partidos con sangre y colmillos apretados, ¡bienvenido sea!, gritan sus aficionados. Y es que no es el mismo Cruz Azul sangre tibia el que comanda Boy en este Clausura 2016 que el de ediciones pasadas. Nada que ver con los cementeros del ecuánime Sergio Bueno o el del siempre calmado Luis Fernando Tena, o aquella imborrable y terrorífica imagen de Guillermo Vázquez con las manos en los bolsillos, durante la final del Clausura 2013, que perdieron ante el América.
No, el Tomás Boy del sábado pasado contradice los estereotipos azules. El jefe arenga, gesticula y, lo más importante, festeja los goles. Al menos así fue en el empate celeste a tres tantos. Boy bailó, gritó, apretó y desató semejante cámara húngara que terminó con él expulsado, y su equipo punzante, echado sobre el rival que terminó pidiendo la hora.
Es el sello de Boy, así lo dicen los números del presente torneo, que no serán impresionantes en cuanto a victorias, pero sí señalan que Cruz Azul ha estado abajo en el marcador en cinco ocasiones de las siete fechas jugadas y de esas cinco ha alcanzado a terminar empatado el juego en tres, una más lo ganó, y sólo en una perdió. Nada mal para un club que en todo el torneo pasado (Apertura 2015) sólo pudo terminar con el empate en la bolsa en una ocasión de las siete veces que estuvo abajo en el marcador, mientras Sergio Bueno los dirigió.
Es la nueva modalidad celeste, con los colmillos de fuera; con jugadores (como Guerrón) con la boca torcida porque los sacan de la cancha; pero con un Jefe Boy que impone la disciplina y obliga al enojado a salir dando la mano al compañero. Con el ídolo Chaco Giménez sabedor de su rol como detonador cuando entra de cambio; con un Torrado dispuesto a dar su punto de vista técnico junto al Jefe, aunque ni siquiera es considerado. Es la nueva Máquina, por la que ahora sí corre sangre, azul, pero sangre.
¿Qué cambió en Cruz Azul?
Antes
- Bueno, Tena, Memo Vázquez… técnicos mesurados, de cuidada postura y poca gesticulación.
- Al menos durante el Apertura 2015, Cruz Azul sólo se levantó en una oportunidad de las siete veces que empezó perdiendo.
- Toda la responsabilidad creativa caía sobre el Chaco Giménez y la recuperación en Gerardo Torrado, hombres de calidad, pero ya veteranos.
- Los refuerzos no funcionaban. Así pasaron de noche los Alemao, Formica, Santa Cruz y compañía; sin gravitar.
Ahora
- Tomás Boy es un técnico que no se guarda; igual regaña que grita los goles y danza para festejarlos.
- Hasta la fecha siete, Cruz Azul se ha ido abajo en el marcador en cuatro ocasiones, de las que regresó para empatar en tres, ganar en una y sólo perder una.
- El rol de Chaco y Torrado lo asumen desde la banca. Giménez es un revulsivo en los últimos minutos, y Torrado, un apoyo para Boy en la estrategia.
- El aporte de Guerrón, Vázquez, Ariel Rojas, Aldo Leao y Benítez, vaya que se siente, sobre todo de este último, quien ya lleva cuatro tantos.