PEKÍN. La violencia doméstica es desde ahora delito en China, un paso histórico para el país y un triunfo para los colectivos de feministas que llevan más de una década trabajando para que esa lacra sea punible.

 

La primera ley china contra la violencia doméstica entró en vigor, dos meses después de que el Parlamento, la Asamblea Nacional Popular, la aprobara tras un periodo de consultas a la ciudadanía.

 

La nueva ley está considerada un “hito” en China, un país donde estos maltratos se siguen viendo como un “asunto privado” a tratar en familia.

 

Cerca del 40% de las mujeres chinas casadas o en una relación han sufrido violencia física o sexual por parte de sus parejas, según datos de 2014 de la Federación de Todas las Mujeres de China, ligada al gobernante Partido Comunista.

 

No obstante, la Federación sólo recibe entre 40 mil y 50 mil denuncias al año, lejos del porcentaje de afectadas, pues la población total de féminas asciende a 667 millones, según los datos más recientes.

 

De ahí la necesidad de derribar el tabú y perseguir a los atacantes. A partir de ahora, tan sólo bastará con una denuncia para que los casos sean investigados y las víctimas puedan conseguir una orden de alejamiento en 72 horas, o en cuestión de un día si es urgente.

 

La nueva legislación define la violencia doméstica como “daño físico, psicológico o de otro tipo” y se contemplan manifestaciones de ese abuso tanto los golpes, las heridas como las amenazas o los insultos.

 

Sin embargo, la ley no reconoce como violencia doméstica los abusos sexuales dentro de la pareja, casada o no, y tampoco incluye los maltratos dentro de parejas que no estén casadas ni convivan.

 

Tampoco condena otro tipo de agresiones por parte de otros miembros de la familia, ni incluye la violencia entre personas del mismo sexo.