Vaya que 2016 inició con muchos temas cuyo sesgo ha sido adverso para el crecimiento mundial. Estamos viendo movimientos de manera más “brusca o volátil” en las bolsas, en el mercado de divisas y recientemente en el de deuda. Las probabilidades de alza en las tasas de interés de la Fed pasaron de 10% hasta 49% entre enero y febrero respecto a la última reunión de este 2016, ante un riesgo inicial de inversionistas con miedo a una recesión de la economía estadunidense hacia momentos actuales, donde ayer las bolsas reaccionaron fuerte al percibir un menor crecimiento únicamente. Esta semana se tienen datos importantes de empleo y servicios en Estados Unidos, habiendo ya conocido el dato de manufactura que reflejó una señal de expansión moderada.
Destaca también que los datos de China, Japón y Europa marcan una economía global con crecimientos moderados o bajos y requieren de apoyo adicional a través de la política monetaria. El próximo 12 de marzo se tendrá la reunión del Banco Central Europeo y se esperan nuevos anuncios sobre un mayor estímulo económico. Por ello, el euro está cediendo terreno en los últimos días frente al dólar y frente al yen. Quizá una vez pasada esta reunión podríamos ver una mayor estabilidad de esta divisa.
De China conocimos el dato del PMI manufacturero a febrero, que dio continuidad a este proceso de desaceleración y la necesidad de buscar herramientas de política monetaria que han generado movimiento en su divisa el yuan, pero que por el tamaño de economía que es y su importancia, al ser la de mayor contribución al PIB mundial, el movimiento de ésta divisa mueve flujos a nivel internacional. Percibimos un riesgo de corto plazo que genere volatilidad en los mercados.
En cuanto a Japón, los indicadores muestran el bajo crecimiento económico y la fortaleza de su divisa el yen es un reflejo de la incertidumbre en el entorno internacional. Hasta ahora, la apreciación del yen alcanza niveles de 5% y cuando las tasas de interés están en -0.10%. Es probable que en el corto plazo, el banco de Japón y/o su gobierno tengan que anunciar nuevas medidas de estímulo.
En relación con México, consideramos oportuna la implementación de una acción conjunta entre la SHCP y Banxico sobre el uso de la política fiscal, monetaria y cambiaria que han ayudado a estabilizar al peso, hasta ahora de manera “moderada”, pero que sin esas medidas quizá se hubiera dado un movimiento con mayor velocidad ante la depreciación acelerada de la moneda, que en su caso había alcanzado niveles de 13% hasta el 11 de febrero por la mañana, previo al anuncio.
El esfuerzo que hace el gobierno federal en el tema del recorte del gasto público incluido Pemex y CFE, es positivo pero quizá aún insuficiente para las condiciones globales y seguramente habrá más noticias en los siguientes meses. El que la calificadora Fitch haya ratificado la calificación crediticia de México otorga un tanque de oxígeno contra un riesgo de flujos, así como la probable estabilidad de los precios del petróleo dentro de un rango más adecuado que podría ayudar a que en el transcurso de las siguientes 10 semanas pudiéramos ver al peso más estable, entre 17.8 y 17.60 por dólar al menos por un tiempo. El riesgo de inflación es un tema a seguir.
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