PARÍS. Dior revisó hoy en París la moda de los años 40 añadiendo accesorios de última tendencia en un desfile cargado de inquietudes ante la ausencia de un diseñador confirmado, después de que Raf Simons dejara la firma el pasado mes de octubre.

 

Los suizos Serge Ruffieux y Lucie Meier, directores del equipo artístico, fueron los encargados de volver a dirigir la colección, donde destacaron abrigos ajustados en la cintura y sofisticados cuellos abiertos, aunque los accesorios se llevaron gran parte de la atención.

 

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Pendientes y piercings cubrían casi la totalidad de las orejas de las modelos que desfilaron con el pelo recogido y gafas de sol opacas con estampados.

 

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El lugar elegido para la celebración del desfile, al que acudieron como es habitual decenas de “celebrities” como Jessica Alba o Emmy Rossum, fue el emblemático Museo del Louvre.

 

El belga Raf Simons decidió poner fin a su contrato el pasado mes de octubre por la inmensa carga de trabajo y presión creativa que suponía la dirección de Dior, con la presentación de seis colecciones anuales, lo que le dejaba sin tiempo para su marca, que lleva su nombre.

 

El diseño y la innovación fueron protagonistas en esta cuarta jornada de la semana de la moda de París, gracias a las creaciones de Issey Miyake.

 

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Durante el último desfile de presentación de la colección primavera-verano, la firma reveló su nueva técnica, el conocido como “Baker stretching”, que consiste en someter las telas a unas altas temperaturas con una especie de pegamento que consigue un efecto ultra plisado.

 

“En esta colección hemos intentado transmitir una sensación de viaje en el tiempo descubriendo todas las posibilidades del ‘baker stretching’ en prendas simples pero que ofrecen muchas nuevas opciones”, contó a Efe el creador japonés Yoshiyuki Miyamae, responsable del diseño de la marca.

 

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Formas simples y rectas, como es tradicional en Miyake, que llevó a la pasarela faldas rectas por debajo de la rodilla y tops multicolor, alternando con algunos looks más sobrios formados por camisa y pantalón masculino.

 

La gran apuesta de la firma japonesa fueron los abrigos, en los que la técnica estrella del plisado logra efectos hipnóticos y volúmenes imposibles.

 

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Tradición, innovación, diseño y arte en las últimas propuestas del británico Jonathan Anderson para Loewe, que sigue trabajando en la nueva concepción de la marca manteniendo el lujo y la artesanía pero apostando al mismo tiempo por introducir símbolos de la cultura actual que pronto se convertirán en iconos de moda.

 

“Quería hacer una colección silenciosa y sofisticada reflexionando sobre la idea de lo que se entiende por ‘cool’ en estos días, ¿qué es ‘cool’?”, se preguntó tras el desfile Anderson, para quien “la ropa necesita tomar su tiempo”, ya que es algo que se aprecia “con el paso del tiempo”.

 

Faldas asimétricas y vestidos marcados en la cintura fueron las piezas principales para acentuar las formas femeninas en una gama de tonos crudos, algo de negro y varios “total color block” en violeta y rojo caldero.

 

Como no podía ser de otra forma, los accesorios tuvieron un espacio excepcional en esta colección, con unos curiosos bolsitos en napa con la cara de un gato colocados al cuello como collares y talismanes de la suerte, que prometen convertirse en éxito de ventas.

 

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“No creo que puedas creer un icono, es la gente la que da su confianza para convertir una pieza en icono”, confío Anderson que promete seguir trabajando como hasta ahora para mantener la buena posición de la que disfruta la marca y que no ha dejado de mejorar desde que él tomara las riendas en septiembre de 2013.