TEGUCIGALPA. La Esperanza, la ciudad hondureña donde nació hace 45 años Berta Cáceres y adonde ella inició su lucha por la defensa de los recursos naturales, dio hoy un conmovedor adiós a la dirigente indígena asesinada, mientras su familia exige justicia y castigo para los autores del crimen.

 

Los restos de Cáceres llegaron este viernes a su cuidad natal procedentes de Tegucigalpa, donde un día antes se le realizó una autopsia y hoy fue despedida con un impresionante funeral en el que participaron decenas de miles de personas, incluidos representantes de organizaciones de Brasil, Estados Unidos, Suiza, México y Centroamérica.

 

Cáceres, líder y cofundadora del Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (Copinh), fue asesinada este jueves en su casa en la ciudad occidental de La Esperanza, al parecer por dos hombres que portaban armas de fuego, según la información preliminar que ha trascendido.

 

Familiares, amigos y dirigentes políticos viajaron a La Esperanza, adonde se desplazó también el ex presidente hondureño Manuel Zelaya, para asistir al velatorio del cuerpo en la casa de la madre de la dirigente indígena, del mismo nombre.

 

La lenta salida del féretro desde su casa fue la antesala a una impactante caravana popular hasta la ermita lenca La Gruta, encabezada por su madre y sus hijos, Olivia, Berta, Laura y Salvador, quienes exigieron justicia.

 

“Quiero pedir que se haga justicia y que este crimen horrendo no quede en la impunidad”, dijo la madre de Berta Cáceres en una rueda de prensa, acompañada por sus cuatro nietos.

 

En el mismo sentido, se expresaron los hijos de la dirigente indígena, que consideran que el asesinato de su madre es “un crimen político” y destacaron que su mamá es “su mayor inspiración” para seguir defendiendo los recursos naturales y al pueblo lenca.

 

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El cortejo fúnebre abandonó la ermita lenca en medio de aplausos y de gritos de “Justicia” y “Berta vive” de los miles de asistentes que llegaron a despedir a la indígena, quien en 2015 recibió el Premio Medioambiental Goldman por su lucha en la defensa de los recursos naturales en Honduras.

 

Los hijos de Berta Cáceres agradecieron a la población por las múltiples muestras de solidaridad que le expresaron a su familia, y exigieron que el Centro Internacional de Investigaciones Biológicas (CIB) integre el equipo de investigación sobre la muerte de su madre.

 

“Sabemos con certera claridad que los motivos de su vil asesinato fueron su resistencia y su lucha en contra de la explotación de los bienes comunes de la naturaleza y en defensa del pueblo lenca”, subrayaron.

 

Enfatizaron que el asesinato de Cáceres es “un intento de acabar con la lucha del pueblo lenca en contra de toda forma de explotación y despojo, y un intento por cortar la construcción de un nuevo mundo”.

 

Sus cuatro hijos responsabilizaron del crimen a la empresa DESA-SINOHYDRO, de capital hondureño y chino, que pretende desarrollar el proyecto hidroeléctrico “Agua Zarca” en la comunidad de Río Blanco, departamento occidental de Intibucá.

 

“Pedimos que se esclarezcan las responsabilidades de esta empresa que desarrolla este proyecto; responsabilizamos a la empresa DESA, asimismo a los organismos financiadores” de la iniciativa, señalaron los jóvenes.

 

También responsabilizaron al Estado de Honduras por “haber obstaculizado en gran medida la protección” de su madre y por propiciar su “persecución, criminalización y asesinato” al proteger los interés de la empresa DESA-SINOHYDRO.

 

La líder indígena gozaba desde 2009 de medidas cautelares de protección solicitadas por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), aunque autoridades de Honduras dijeron el jueves que la activista en principio había aceptado dicha seguridad pero luego pidió que fuera suspendida, algo que su familia ha desmentido.

 

 

Durante el sepelio se vivieron momentos desgarradores de dolor por parte de familiares y amigos de la coordinadora del Copinh, quienes exigieron castigo para los autores del crimen.

 

La policía de Honduras detuvo en las últimas horas a dos personas supuestamente involucradas en el asesinato de Berta Cáceres, con lo que suman tres los arrestados, que según medios locales fueron puestos en libertad, algo que no se ha confirmado oficialmente.

 

Los detenidos son Tomás Gómez y una menor de edad, cuyo nombre no fue revelado, quienes supuestamente pertenecían a la misma organización que Cáceres y participaron en el asesinato de la defensora de derechos humanos y recursos naturales, según un informe de la policía.

 

Las autoridades hondureñas detuvieron el mismo día del crimen como vinculado al caso a José Ismael Lemus, un guardia de seguridad que trabaja en la colonia donde vivía la dirigente indígena y quien también supuestamente fue puesto en libertad.

 

El crimen contra la dirigente ambientalista ha conmocionado a la sociedad hondureña, que de nuevo exige el cese de la violencia que a diario cobra la vida de unas trece personas en el país.