WASHINGTON. El pasado 18 de febrero, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, anunció que visitará la isla de Cuba los días 21 y 22 de marzo, siguiendo en viaje a Argentina los días 23 y 24.
Desde diciembre de 2015, Obama ha manifestado su deseo de viajar a la isla en el presente año y reunirse con el presidente Raúl Castro para fortalecer aún más el inicio de las relaciones que fueron interrumpidas en 1961.
Fue digna y provechosa la intención del presidente estadunidense cuando, en una reunión de líderes en 2014, saludó efusivamente al presidente cubano, lo cual se entendió como un intento de acercamiento y de reanudación de relaciones entre ambas naciones.
El 17 de diciembre de 2014, Estados Unidos y Cuba anunciaron que iniciarían conversaciones para restablecer las relaciones diplomáticas que estuvieron interrumpidas durante más de medio siglo.
La declaración contiene 13 puntos sobre el establecimiento de relaciones diplomáticas, temas económicos, viajes, comunicaciones, frontera marítima y derechos humanos. Además, Obama recordó que Estados Unidos ya mantiene relaciones con China y con Vietnam aunque enfatizó que no se hace esperanzas sobre la democracia en la isla.
Tanto Barack Obama como Raúl Castro agradecieron al Papa Francisco por haber intermediado: el pontífice les escribió a ambos para que terminaran con las relaciones frías y fomentaran el diálogo.
La carta de Francisco dio inicio a negociaciones secretas en Canadá en las que el Estado del Vaticano fue el único mediador; esas conversaciones fructificaron en octubre anterior con un principio de acuerdo suscrito en la Ciudad del Vaticano, luego de reuniones en las que intervino directamente el secretario de Estado, cardenal Pietro Parolín, y el propio Papa que recibió en privado a ambas delegaciones.
En una entrevista el pasado diciembre, Obama había marcado las pautas de una eventual visita a Cuba: “Si voy, entonces parte del acuerdo será que pueda hablar con todos”, advirtió el presidente. “He dejado muy claro en mis conversaciones directas con el presidente Raúl Castro que seguiríamos contactando con aquellos que quieren ampliar el espectro de la libertad de expresión en Cuba”, explicó.
Según la Casa Blanca, se mantienen esos planes, puesto que uno de los objetivos declarados del viaje es “expresar nuestro apoyo a los derechos humanos”. Además de mantener una reunión bilateral con el presidente cubano, Obama se reunirá con miembros de la sociedad civil, empresarios y cubanos de todos los ámbitos de la sociedad.
El viceasesor de la Casa Blanca en Seguridad Nacional, Ben Rhodes, fue más específico al confirmar, en rueda de prensa, que Obama se reunirá con “disidentes” de la isla. “Seguimos oponiéndonos y criticando las restricciones a derechos como la libertad de expresión y de reunión” en Cuba, señaló. “Aunque no intentamos imponer cambios a Cuba, creemos firmemente que Cuba se beneficiará cuando su gente pueda ejercer sus derechos universales.
Obama ha hablado de ello en sus discusiones con el presidente Castro y seguirá haciéndolo”, agregó Rhodes.
Con este viaje a Cuba, Obama hará un poco más de historia, ya que se convertirá en el primer presidente en activo que visita Cuba en casi un siglo. El último mandatario norteamericano que viajó a Cuba fue Jimmy Carter, que lo hizo por primera vez en 2002. Pero para entonces, Carter tenía más de 20 años de haber dejado la Casa Blanca.
Hay que remontarse hasta principios del Siglo XX para encontrar el primer —y único— precedente de una visita de un presidente estadunidense en activo a la isla: la que realizó Calvin Coolidge en enero de 1928 a La Habana. El mandatario republicano acudió a la capital cubana para participar en la VI Conferencia Panamericana, en la cual se fijaron las reglas que deben observar los países para la concesión del Asilo en sus relaciones mutuas.
Apetito norteamericano por la isla
En este punto es conveniente recordar que el apetito norteamericano por esta región caribeña existe desde antes de la constitución de los propios Estados Unidos. Benjamín Franklin, uno de los padres de su independencia recomendaba a Inglaterra, en la época de las trece colonias, la toma de la Isla de Cuba.
Thomas Jefferson expresó oficialmente el interés de Estados Unidos por Cuba al notificar al Ministro de Gran Bretaña en Washington, que en caso de guerra con España, la nación norteamericana se apoderaría de Cuba.
En 1848, el presidente Polk trató de comprar Cuba a España por 100 millones de dólares de la época. Intentos similares harían en 1853 y 1861 por los presidentes Pierce y Buchanan. En 1869, terminada la Guerra de Secesión y cuando ya había comenzado en Cuba su primera Guerra de Independencia (llamada Guerra de los Diez Años), el presidente Ulysses S. Grant hizo un nuevo intento de adquirir la Isla mediante compra. Y en 1897, cuando los cubanos se enfrentaban victoriosamente a los españoles, el presidente William McKinley nuevamente intentó adquirir por un precio a Cuba.
Al paso de varias décadas hubo otros y variados intentos de quedarse con la bella isla. Sin lograrlo, los Estados Unidos mantuvieron cierta hegemonía sobre Cuba apoyando regímenes dictatoriales que beneficiaban de una u otra forma sus intereses.