Los taxistas de Acapulco, en Guerrero, han sido blanco en la última semana de varios ataques del crimen organizado, que han dejado cuatro muertos y siete heridos.
Uno de los dirigentes del gremio que pidió el anonimato reveló a Efe que los ataques tienen como objetivo presionarlos para que paguen una cuota a cambio de dejarlos trabajar.
Admitió que han pagado hasta 400 pesos a la semana, pero señaló que el problema radica en que después llega otro grupo delictivo y también les cobra.
No es porque los taxistas estén involucrados con el crimen organizado, como ha declarado el Gobierno “para lavarse las manos”, afirmó la fuente.
Y es que el presidente municipal, Evodio Velázquez Aguirre, ha dicho que los ataques constituyen una “represalia por parte del crimen organizado”.
Los ataques al sector transporte comenzaron el miércoles pasado, cuando fue atacado un sitio de taxis ubicado afuera de una estación de autobuses ubicada a escasos metros de la zona turística del puerto, en el que resultó herido un taxista.
Un día después el sitio conocido como Bicentenario fue atacado por hombres armados y un taxista resultó lesionado.
El viernes fue asesinado el dirigente de taxistas afiliados a la Confederación de Trabajadores Campesinos (CTC), Marcos Robles Rendón.
El domingo tres taxistas y otras dos personas, entre ellas un menor de 13 años, resultaron heridos en otro ataque a un puesto de taxis en plena zona costera de Acapulco.
Al día siguiente se registró un nuevo atentado en un sitio de la céntrica colonia Progres sin que se registraran víctimas, y otro en la colonia Icacos, cercana a la Octava Zona Naval, en el que tres taxistas perdieron la vida y dos más registraron lesiones.
El martes al menos un centenar de taxistas marcharon por el bulevar de Las Naciones Unidas, en la turística zona Diamante de Acapulco, para exigir justicia y seguridad para el gremio.
El secretario general de la Federación de Transportistas de los Pueblos del Sur, Fernando Ureña Silvestre, reconoce que existe temor a nuevos ataques, pero sostiene que “son gajes del oficio” y que tienen que continuar con su labor.