LA HAYA. Cabezas de cerdo, cartas con simbología nazi o cócteles molotov lanzados a las mezquitas son las últimas armas usadas contra los musulmanes de Holanda, donde las víctimas denuncian un aumento de la islamofobia en un país modelo de tolerancia y multiculturalidad.
En 2015 se registraron un total de 27 incidentes, pero solo los pasados enero y febrero, se han producido al menos 28 ataques contra 12 mezquitas holandesas, algunas situadas en gran ciudades como la capital, Utrecht, Rotterdam y La Haya, según un informe de la investigadora en islamofobia de la Universidad de Ámsterdam, Ineke van der Valk.
“Estos incidentes discriminatorios son la punta del iceberg de la islamofobia”, sentencia Der Valk, quien lamenta que esto es parte del “endurecimiento general del clima de opinión negativa” hacia los musulmanes.
Estos ataques, explicó a Efe esta experta, suelen ser “actos de vandalismo” como ruptura de ventanas, grafitis racistas o de esvásticas, incendios, cartas y correos electrónicos con amenazas, cabezas de cerdo en los accesos a la mezquita, agresión al personal o a los creyentes, bombas falsas o lanzamiento de huevos.
“Normalmente, este tipo de incidentes suele seguir a sucesos eventuales. Ocurrió con la guerra del Golfo (1992), después del 11S (2001) y tras el asesinato de (Theo) Van Gogh (2004). Ahora, están relacionados con el terrorismo y la llegada de refugiados”, agregó esta experta.
El ministro neerlandés de Asuntos Sociales, Lodewijk Asscher, reconoció esta semana que las mezquitas se enfrentan a “cada vez más amenazas y reciben ataques casi a diario”, aunque dijo que, de momento, no se tomarán medidas de seguridad adicionales para protegerlas.
La Haya fue una de las ciudades donde más ataques tuvieron lugar. El imam de una de sus mezquitas, Abdelhamid Tahirir, ha recibido una misiva con simbología nazi.
Según explica, estas amenazas pretenden “evitar que los creyentes se acerquen” al centro religioso.
“Algunos musulmanes ya no se atreven a orar por la tarde en la mezquita. Tienen miedo”, advierte Tahirir.
Según los últimos datos oficiales, más de 825 mil personas en Holanda son musulmanes, lo que supone un 5 % de la población total.
Su colega Abdelhamid Bouzzit, vicepresidente del centro islámico Imam Malek de Leiden, denunció en declaraciones a Efe esta “campaña de ataques contra las mezquitas y el islam” y agrega que los musulmanes se sienten “desprotegidos” por el Gobierno holandés.
“Todo el mundo está centrado en iglesias y sinagogas, pero nadie quiere proteger a los musulmanes del creciente odio que hay. Siguen sin entender la relevancia de lo que está pasando”, lamentó Bouzzit.
Después de recibir numerosas misivas de amenazas, en algunas mezquitas han decidido autoprotegerse.
“La policía patrulla a cada hora cerca de la mezquita, pero a diario tenemos varios voluntarios que pasan la noche en el centro o están pendientes de las cámaras de videovigilancia para evitar ataques”, señaló.
El arabista y experto en islam holandés, Jan Jaap de Ruiter, reconoció que es “totalmente comprensible el enfado” de los musulmanes, pues consideran que “son ignoradas las amenazas” en su contra.
“La razón es obvia: la mala imagen del islam en todo el mundo por lo que ocurre en Oriente Medio, tenemos religiosos que dicen barbaridades contra la democracia y las mujeres y, además, la llegada de refugiados es percibida con miedo: vienen a violar a nuestras hijas y mujeres”, resumió en una conversación con Efe.
Este investigador de la Universidad de Tilburg, no obstante, también señala “la otra cara de la moneda y es que hay muchas personas y políticos que intentan defender la imagen del islam y mostrar que todo está bajo control”.
Por su parte, Der Valk se muestra más pesimista hacia el futuro.
Tras un seguimiento exhaustivo de la islamofobia desde principios de siglo, ella prevé que estos ataques se extenderán “contra personas en la calle, y de forma estructural, al mercado laboral”.
No obstante, celebra que, paralelamente, también haya “un aumento general de la concienciación hacia esta problemática”, porque, asegura, tanto el Gobierno como la policía “se lo están tomando más en serio, no solo en la teoría sino también en la práctica y las políticas” que se llevan a cabo.
Uno de los últimos ataques se produjo hace dos semanas.
Un holandés de 33 años lanzó un cóctel molotov contra una mezquita en la ciudad de Enschede, en el este del país, durante la congregación de decenas de creyentes, incluidos niños, a la hora del último rezo del día.
El autor se enfrenta a cargos de terrorismo, según la Fiscalía General, que explica que el objetivo de su actuación era “asustar a la gente, lo que significa que el hombre tenía intenciones terroristas”.
El pasado noviembre, seis personas fueron detenidas por uso del saludo nazi, insultos y agresiones físicas durante una manifestación contra los refugiados en Enschede.
Una semana después, 12 cabezas de cerdo fueron arrojadas en un campamento cerca de la ciudad.