La expectativa era grande. La Fórmula E, nueva categoría del automovilismo, llegaba a la Ciudad de México, con un mensaje positivo: concienciar sobre el uso de los autos eléctricos y la importancia del calentamiento global. ¿Rugirían los motores? ¿Se podría generar el mismo ambiente que hizo que el Gran Premio de México de Fórmula Uno fuera nombrado “El Mejor Evento del Año”?
Las actividades comenzaron desde las 8:15 horas. Las nueve escuderías recorrieron, por segunda vez, el circuito. En las gradas y alrededores del Autódromo Hermanos Rodríguez comenzaba el movimiento de gente, que encontró en el ingreso al eVillage uno de los principales atractivos.
Desde ahí, los aficionados podían conocer los stands de los distintos patrocinadores, así como la parte trasera de los boxes y, si corrían con suerte, estar cerca de los pilotos. Por momentos, la sesión de prácticas pasó desapercibida por el poco ruido de los motores eléctricos. “¡Ah! ¿Ya están los autos? Ni se escuchan”, se escuchaba entre la gente.
El ingreso de la afición se incrementó con el paso de las horas. El programa de actividades incluía “horas muertas”, donde no habría movimiento en el circuito y el consumo de productos “oficiales” dejaría una retribución. Sólo en el local de productos oficiales de Fórmula E, el costo de playeras era de entre 400 y 450 pesos, las gorras de las escuderías, mil; y las pulseras, llaveros y cordones para gafetes iba delos 100 y 200 pesos.
Para las sesiones de clasificación, a las 12:00 horas, las gradas del Foro Sol lucían semi llenas, mientras que las uno y dos, mostraban apenas cerca de 100 aficionados con banderas y distintivos mexicanos. El accidente del piloto brasileño Nelson Piquet, entre la curva uno y dos, llamó la atención del público, que observaba la repetición del incidente en las pantallas del Autódromo.
Mientras los equipos se preparaban para la competencia final, en el eVillage, el jefe de Gobierno de la Ciudad, Miguel Ángel Mancera, daba un corrido por los boxes, con el fin de observar el movimiento y desearle suerte al mexicano Salvador Durán, quien se encargó de complacer a los asistentes al salir de su garaje para posar para las fotos y firmar autógrafos.
Mientras se esperaba el comienzo de la competencia, las gradas se vaciaron y los locales de comida se abarrotaron. La gente recorría los alrededores del circuito con banderines del sus pilotos favoritos. La cara y banderas de Durán predominaron, así como las de Nelson Piquet, Bruno Senna y Nicolás Prost.
El comienzo de la carrera generó gritos y euforia en los aficionados. Los constantes roces de los autos y maniobras por mejorar un lugar, mantuvieron expectantes a todos. Cada vuelta del mexicano era celebrada. Cada maniobra en los punteros Lucas Di Grassi (ABT SsChaeffler Audi Sport), Jérome D’Ambrossio (Dragon Racing) y Sébastien Buemi (Renault e. Dams) generaba expresiones como “¡Uuf!”, “¡Ay!”, “¡Pensé que se lo llevaba!”.
Con la barrera a cuadros, los aplausos y ovaciones invadieron el Autódromo Hermanos Rodríguez, que aunque no logró llenarse, permitió el arribo de 25 mil asistentes que vieron coronarse, por primera vez en el país, al brasileño Lucas Di Grassi, en el ePrix de la Ciudad de México, que promete regresar para “electrizar” al público nacional.