ESPAÑA. La pasión por los animales de un carpintero metálico, Jaime García, le ha convertido en uno de los pocos especialistas españoles en la fabricación artesanal de sillas de ruedas para animales incapacitados: son sus “ángeles caídos sobre ruedas”.
Así se llama precisamente su página en Facebook, que cuenta con más de cinco mil seguidores y le ha generado medio centenar de encargos para construir este producto ortopédico con el que ofrecer una segunda oportunidad a todo tipo de mascotas, desde perros y gatos hasta ovejas, conejos o hurones.
García ha explicado a Efe que todo comenzó con el caso de una pareja de pocos recursos económicos que quiso adquirir una silla de una marca conocida para su perra de raza Yorkshire terrier, que había quedado paralítica de las patas traseras.
El precio del artefacto retrasó la compra y, mientras trataban de ahorrar lo necesario para comprarlo, la perra, desesperada, “murió desangrada por una herida que ella misma se provocó”.
Elevado costo de estos productos ortopédicos
Este carpintero metálico lamenta que los artículos del sector tengan un costo de varios cientos de euros cuando, desde su punto de vista profesional, “sólo son dos tubos y dos ruedas”, aunque según el tamaño debe ajustar el diámetro de los perfiles de acero.
Así, en el caso de uno de los trabajos que tiene pendientes, una silla para un gran danés,“tendré que construir absolutamente todo” porque las correas habituales que utiliza, similares a las de mochilas, no soportan el peso de 80 kilos de este perro.
Para el montaje de sus piezas, García pide a su propietario 13 medidas exactas del animal con objeto de acercarse lo más posible a sus dimensiones reales, puesto que es “como si hiciese un traje para alguien y una tercera persona me facilitara su talla”.
También necesita conocer el tipo de suelos por los que se va a desplazar, con el fin de usar un tipo de rueda u otra “dado que si va a estar por casa, procuro que no sea muy ruidosa”.
Recomendaciones del veterinario
Además, estudia previamente a la mascota a través de videos y siempre tiene en cuenta las recomendaciones que el veterinario indique en cada caso.
Sus trabajos están pensados de forma que “si la persona necesita reemplazar alguna de las piezas, pueda acudir a una ferretería en lugar de al sector de recambios, porque cobran una millonada”.
García ya ha construido siete sillas y, aunque cuenta con numerosos encargos de particulares, asociaciones, protectoras…, intenta dar salida a los casos cuya adopción dependa de la movilidad del animal, ya que eso “le abre las puertas de un hogar”.
Comenzó con la actividad cuando se quedó en paro
Cuando comenzó a dedicarse a esta actividad, este carpintero estaba en paro pero ahora ya ha conseguido trabajo en una empresa donde tras una larga jornada aún le queda tiempo para seguir construyendo estas peculiares prótesis.
El esfuerzo merece la pena”, asegura, al recordar el caso de una perra atropellada que acabó en una protectora “con la mirada gris y perdida” pero, una semana después de estrenar su silla, una familia la adoptó.
“Adquirió una sonrisa permanente y eso no hay dinero que lo pague…, de hecho me hizo comprometerme para ayudar a todos en la medida que estuviese a mi alcance”, recuerda.
Por ello García no piensa abandonar su labor, a pesar de que la mayoría de materiales los costea personalmente, con el apoyo puntual de algunos contactos que le suministran tornillos o ruedas.
Planea montar su propia protectora
No obstante, planea montar su propia protectora donde insertar su taller para dedicarse a ello en exclusiva “aunque sea cobrando un precio simbólico”.
El objetivo es ayudar en el mayor número de casos posible para que “todo el mundo disfrute de su mascota sin verla postrada durante el resto de su vida”.