LA HABANA. Sin las banderas en calles y avenidas, características de las recepciones oficiales, ni con contingentes llevados ex profeso, Barack Obama llegó en una tarde lluviosa a lo que no hace mucho tiempo se autodefinía como la cuna del antiimperialismo, y con su presencia y oferta de amistad, inició una visita histórica y un nuevo ánimo en la relación Cuba-Estados Unidos.
La lluvia, que apareció en La Habana con la llegada del Air Force One, un simpático “¿qué bolá Cuba?” como saludo especial y flores para las damas de la familia presidencial marcaron las primeras horas de la visita del mandatario de EU, tras 88 años de ausencia.
Obama llegó a la capital cubana en una tarde que se tornó lluviosa, lo que le obligó tomar un paraguas apenas comenzó el descenso por la escalerilla del avión, junto a su esposa, Michelle Obama, sus hijas, Sasha y Malia, y su suegra, Marian Robinson.
El jefe de la Casa Blanca dedicó sonrisas y recibió a su vez fuertes apretones de manos de la delegación local que le dio la bienvenida, encabezada por el canciller cubano, Bruno Rodríguez.
La lluvia no impidió que la primavera, que comienza hoy, se abriera paso en la bienvenida en forma de flores, como los ramos de rosas que el ministro regaló a las damas de la familia presidencial: blancas para Michelle, rosadas para Malia y Sasha y rojas para Marian Robinson.
Primaverales eran también los atuendos de la Primera Dama, ataviada con un veraniego vestido blanco de la diseñadora Carolina Herrera con flores en azul y rojo (los colores de las banderas de los dos países); y de sus hijas que lucían sencillos y juveniles conjuntos con estampado floral.
Aunque intensa, la lluvia no pudo con la curiosidad de los cubanos que se reunieron a ambos lados de la calle que conecta al aeropuerto habanero con la ciudad, donde muchos de ellos permanecieron horas con la esperanza de ver a “La Bestia” – el vehículo presidencial- algunos de ellos con banderas norteamericanas en la ropa.
Otros utilizaron móviles con los que es posible captar la señal televisiva estatal de la isla, para seguir la comitiva presidencial, que no siguió la ruta habitual que se emplea para llegar del aeródromo a la ciudad y que les dejó con las ganas de saludar al mandatario.
A pesar del agua, Obama y su familia mantuvieron su plan de visitar la Habana Vieja paraguas en mano y acompañados del historiador oficial de la ciudad, Eusebio Leal, principal artífice de la restauración de la parte antigua de la ciudad.
Los Obama llegaron hasta la Plaza de la Catedral de La Habana, donde fueron recibidos por el Cardenal Ortega para después acudir al popular barrio de Centro Habana a degustar, en una cena, las delicias gastronómicas locales en un “paladar”, como se conoce en la isla a los restaurantes privados.
Para su primera cena en Cuba, la familia presidencial escogió el restaurante “San Cristóbal” -nombre del patrono de la ciudad- ubicado en los bajos de una antigua mansión de principios de siglo XX y decorado con un peculiar eclecticismo que combina antigüedades, fotografías en blanco y negro, y hasta algún altar religioso con santos y vírgenes venerados en el país.
En la que ha sido una jornada histórica, especialmente simpático fue el saludo a los cubanos que dedicó el mandatario norteamericano en su cuenta de Twitter al aterrizar por primera vez en la isla caribeña.
“¿Qué bolá Cuba?”, una frase muy usual en el lenguaje coloquial de la isla fue la empleada en esa red social por Obama, quien ya la pronunció en el “sketch” que protagonizó junto al personaje humorístico cubano “Pánfilo, divulgado el sábado y que está causando sensación entre los cubanos.
El presidente Obama llegó hoy a Cuba para una histórica visita, hasta el próximo martes, que busca sellar el acercamiento iniciado hace 15 meses entre ambos países.