Con el viaje de Barack Obama a Cuba, Donald Trump no desaprovechó la oportunidad de mostrar su ignorancia y como su visión para hacer grandes negocios privados es inversamente proporcional a su poca capacidad de ser un estratega.
El presidente de Estados Unidos debió haber dejado muy claro que su visita a Cuba no era para lucir la alfombra roja del régimen de los Castro para tomar una foto oficial con los representantes de dos regímenes que, al final del día, se reprueban uno a otro.
Por eso la foto oficial de estos días fue la de Fidel Castro con el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro.
Y para Barack Obama era importante que antes de llegar al encuentro de ayer con Raúl Castro tuviera reuniones de negocios, paseos turísticos y encuentros con los representantes del Vaticano.
Más allá de las señales políticas de la visita hay que poner atención a la agenda económica y lo que implica que este acercamiento tenga un altísimo componente turístico.
Mientras la atención estaba puesta en la ausencia del octogenario líder cubano en el aeropuerto, la empresa Booking.com firmaba un convenio con los hoteles cubanos para iniciar las reservas en línea de los hoteles de la isla.
No habrán de pasar muchos años antes de que un turista estadunidense ponga en su buscador “vacaciones en el caribe” y entre los resultados aparezcan las opciones de Cancún y Riviera Maya junto con las de La Habana y Varadero.
Es verdad que la infraestructura que hoy ya tiene toda esta zona turística de la península de Yucatán será difícil de alcanzar en el corto plazo por el destino emergente cubano. Sin embargo, lo que menos pueden hacer las autoridades mexicanas y prestadores de servicios turísticos es confiarse. Si Cuba logra estándares altos en sus servicios turísticos, con orden y seguridad podrían amenazar la opción mexicana.
En Cancún y en la Riviera Maya se ha abusado del uso de suelo y eso se nota en la canibalización de los servicios turísticos que compiten de manera feroz por los clientes, se ve también en el crecimiento de la mancha urbana y en la pobreza de los habitantes de la parte menos glamorosa del municipio de Benito Juárez.
La prostitución y el narcotráfico están tan presentes como las denuncias de abuso de las policías con los turistas a los que extorsionan, sobre todo si son adolescentes estadunidenses en pleno spring break.
A los destinos caribeños mexicanos hay que verlos en el contexto de la competencia que tiene y que viene por parte de Cuba. Pero hay que ver a Cancún y a la Riviera Maya con el cristal de lo que le sucedió a Acapulco, que pasó de ser el destino favorito de los famosos de Hollywood a un sitio peligroso y deteriorado.
A EU le conviene una Cuba fuerte, con amplio desarrollo económico que pueda contener una ola migratoria tras la muerte de la dictadura de los Castro.
A pesar de que personajes como Donald Trump no le entiendan al movimiento estratégico de reforzar a Cuba, hay que tener claro que para México debe ser un gusto que los cubanos salgan de su pobreza y retraso históricos, pero hay que ver a esa isla como una enorme competencia turística para el futuro.