Se estima que 20 por ciento de la superficie del Centro Histórico de la Ciudad de México está cubierta por manchas negras de chicles.

 

Pese a los equipos especiales que se utilizan para desintegrarlos y removerlos, la cantidad que es arrojada al piso representa un costo muy alto, además de que las labores para el retiro son insuficientes por el exceso de residuos para poder llevar a cabo la limpieza, señaló la diputada de Morena, Laura Esquivel

 

La legisladora destacó que en la calle Madero se han llegado a contabilizar hasta 150 mil chicles sellados en el piso. Desde la calle Monte de Piedad, a un costado de la Plaza de la Constitución y hasta el Eje Central Lázaro Cárdenas, “Estamos hablando tan sólo cinco cuadras”, dijo.

 

Ante esto, Esquivel propuso que los fabricantes de goma de mascar (chicle) promuevan la inserción de una leyenda en el empaque para concientizar al consumidor de desechar el producto y aprovechar la envoltura para tirarlo a la basura.

 

Asimismo, la legisladora de Morena en la Cámara de Diputados consideró que se debe promover llevar a cabo campañas publicitarias alusivas a ello.

 

Esquivel Valdés argumentó la importancia de evitar los riesgos sanitarios y ambientales que representan arrojar el producto al piso, en beneficio de la salud de la población e imagen urbana, aunado al alto costo de su limpieza.

 

Por ello, solicitó a las secretarías de Salud y de Medio Ambiente y Recursos Naturales promover campañas entre los fabricantes de goma de mascar para evitar que los consumidores desechen el producto en la vía pública.

 

La diputada sustentó que el Departamento de Bioquímica del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav) del Instituto Politécnico Nacional determinó, mediante un estudio, que cada chicle depositado en el espacio público es un gran foco de infección.

 

Asimismo, alertó, un riesgo para la salud de los habitantes, ya que puede albergar hasta 10 mil bacterias y hongos recogidos del medio ambiente en que se encuentra. Cada chicle es un foco de contaminación, ya que contiene los microorganismos de la propia persona que lo masticó.

 

Tal es el caso, dijo, de una persona con padecimiento de tuberculosis, salmonelosis o un estafilococo, por lo que al desechar el chicle en el piso, esas bacterias se esparcirán en el aire y también será un acumulador de polvo, tierra e inmundicia de la ciudad.