Será por el regreso a clases o tal vez por la hora del día, pero el comedor vegetariano de La Okupa en el Auditorio Justo Sierra está lleno y dos meseros se mueven entre un tablón y varias mesitas adornadas con manteles, donde los comensales engullen una sopa de verduras, pasta al chipotle y quesadillas de papa, el menú del día que se prepara desde la cocina (ubicada en el sótano del inmueble) y que se vende en 25 pesos.
“No nos preocupa, habrá que ver cuántos se juntan”, responde uno de los jóvenes que trabaja en la cocina, cuando se le pregunta qué opina de la manifestación convocada el 1 de abril en la explanada de Rectoría, la cual tiene como objetivo exigir la expulsión del colectivo Okupa Che del auditorio y mostrar el apoyo de los estudiantes de la facultad de Derecho al rector Enrique Graue.
Sin dar su nombre, expresa la dificultad de comprender la “multirrealidad” que rodea al espacio. Para hacerlo, señala, habría que asistir a los talleres de baile, cuidado de árboles bonsái, las clases de portugués que ofrecen los integrantes del colectivo, leer sus comunicados (que publican en redes sociales y su blog) y creerlos sin moverles ni una coma.
Aunque reclaman a la Rectoría que al intentar expulsarlos busca “cerrarle las puertas al pueblo” -como señalan en uno de sus comunicados-, hacer preguntas o conversar sobre lo que está pasando en el espacio no es aceptado. Se le pide hacer un símil para explicarle la importancia de conocer lo que está pasando dentro: ¿qué pasaría si los ciudadanos se quedaran nada más con los comunicados de la autoridad?, se le cuestiona. “Esa gente no nos interesa”, responde.
Los juicios saltan con sólo mencionar Auditorio Che Guevara: suciedad, gloria perdida, ocupación ilegal, indolencia, permisividad, recuperación, Policía Federal. Quitarse estas palabras de la cabeza es más complicado que darles la bienvenida, incluso después de darse una vuelta por las instalaciones del antes llamado Justo Sierra, ahora re-re bautizado La Okupa Che.
Hay que localizar a Jorge Emilio Esquivel Muñoz, El Yorch, quien el 25 de febrero pasado -cuando fue detenido por presunta posesión de drogas y, de esa manera, se convirtió en la nueva doble bandera del conflicto que desde hace casi 17 años no permite la entrada de las autoridades universitarias al auditorio más grande que tiene la UNAM, el “Justo Sierra” (como se llama oficialmente desde 1962), nombrado luego Che Guevara (como fue rebautizado en 1968) y La Okupa Che (como ahora le dicen sus ocupantes).
Su aprehensión (aunque después fue liberado) se convirtió en la justificación que ha tomado la Rectoría para reavivar los rumores de que el auditorio próximamente será desocupado e iniciar un movimiento de estudiantes de Derecho que exige liberar el espacio. Por otro lado, lo ocurrido con Esquivel Muñoz vuelve a poner en alerta a los habitantes del Auditorio, quienes se muestran recelosos ante cualquier comentario que suene a pregunta.
Y ahí está El Yorch, que llegó a darse una vuelta acompañado de una muchacha de pelo negro que parece varios años más chica. El hombre se ve muy diferente a las fotos que de él mostraron sus compañeros cuando pidieron ayuda para localizarlo (pues habían temido que no hubiese sido un arresto de la PGR sino un “levantón”). Artesano y cocinero de Okupa Che, desde su liberación mantiene un perfil bajo y no se deja ver en el “Justo Sierra” tanto como antes.
En vivo no se le ve el mechón verde en el pelo ni la cara sonriente de las fotografías con que lo recordaron sus amigos; tampoco aparenta la edad de las fotos, pues se ve mucho más grande, tiene una cicatriz redonda en la mejilla, el rostro y el cuerpo parecen hinchados. No es grosero pero, después de un par de pretextos, señala firme que no está interesado en dar entrevistas a lo que los integrantes de Okupa Che conocen como “un medio comercial”.
Mientras, un grupo de jóvenes -que después descubriremos son integrantes del colectivo- tocan la guitarra, platican y ríen en una de las mesas instaladas en el comedor que está a la entrada del Auditorio, el cual ofrece una sombra envidiable ante el sol de las tres de la tarde.
Diálogo pendiente
El pasado 18 de marzo, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) anunció que privilegiará el diálogo para recuperar el auditorio Justo Sierra, conocido como Che Guevara.
En su momento, el rector Enrique Graue aseguró que “primero actuaremos nosotros y la actuación nuestra es procurar por todos los medios tener la mejor comunicación que se pueda con ellos y solicitarles la devolución”.