La dosis de siempre y ni una gota por debajo es el mínimo aceptable: una adicción, la del balón, que no logra ser saciada con sucedáneos, por mucho que se intente con todo un representativo nacional, con la intensidad de los himnos, con el reencuentro bajo una bandera común de los muchachos que juegan desperdigados por equipos de medio mundo.

 

El asunto es que las selecciones sólo suelen bastarnos en ese explosivo mes que duran Mundial, Eurocopa, Copa América. Más allá del torneo mismo, la única excepción que consuela es alguna jornada definitiva de calificación, porque de ahí en fuera, la melancolía por los clubes (con su exhaustivo engranaje liga, copa, certamen europeo) resulta abrumadora.

 

Sólo así es concebible que vengamos de un fin de semana de genuinos clásicos entre algunas de las mejores selecciones, y que, pese a su teórico impacto, sigamos hablando de las ligas. Cotejos amistosos como Italia-España y Alemania-Inglaterra, eliminatorios como Chile-Argentina o Brasil-Uruguay, no despojaron de reflectores al trepidante cierre de campaña en Inglaterra, ni a la expectativa de los cuartos de final de Champions ya sorteados, ni al Clásico español que servirá para honor y nada más que eso (considérese la enorme ventaja que posee Barcelona sobre Madrid).

 

¿Para qué se utilizan informativamente las fechas FIFA?

 

Primero, para nutrir los rumores de eventuales transferencias: si Zlatan Ibrahimovic aseveró que desea pasar a la Liga Premier, si Pierre Aubameyang coquetea con algunos gigantes europeos, si James Rodríguez cambiaría de aires por no sentirse apreciado en el Bernabéu, si la familia real de Abu Dhabi espera las indicaciones de Pep Guardiola para firmar los cheques necesarios, si Mario Götze irá al Liverpool a reencontrarse con Jürgen Klopp.

 

Segundo, y sobre todo bajo la polarización del futbol español, para señalar a los jugadores que presuntamente se borraron de la selección, priorizando sus músculos para el clásico: si Sergio Busquets recibió descanso con España, si Sergio Ramos va limitado de fuerzas, si las estrellas merengues reportarán al trabajo el miércoles y las blaugranas hasta el jueves, si es absurdo haber programado los dos clásicos españoles justo tras una jornada de cotejos amistosos de las selecciones.

 

Llegados a este punto en el que buena parte de la afición mundial suspira ante los mismos goles de las principales ligas europeas, no nos engañamos: las Fechas FIFA interrumpen ese vicio de dos ocasiones por semana que son los clubes; vicio irremplazable, porque lo que se usa para sustituirlo en este mes de marzo, es una dosis mínima.

 

Que ya termine la Fecha FIFA, que reanude la temporada europea en su mejor momento y otorgue paso, ya en junio, a lo que sí nos interesa de los representativos nacionales: Eurocopa y Copa América (las cuales, inevitable establecerlo, tampoco podrían ser sin estos encuentros de preparación).

 

A propósito de selecciones, en la entrevista con Mario Vargas Llosa emitida por W Radio, el también escritor peruano, Santiago Roncagliolo, explicó al Nobel que cuando juegan España y Perú, siempre ansía la victoria de su país natal. Vargas Llosa replicó: él desea que gane el mejor, porque, explicó, eso es saber más de futbol y lo otro más de patrioterismos.

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