SANTIAGO. El científico mexicano Pedro de la Torre, que pasó varios meses a bordo de una rústica balsa de madera en el Océano Pacífico en el marco de la expedición “Kon Tiki 2”, recopiló importantes datos del mar que serán analizados en Noruega para medir el calentamiento global y la contaminación.
En un breve paso por Santiago tras ser rescatado junto a sus compañeros por un barco mercante, luego que comenzaran a agotarse el agua y los alimentos y los vientos no fueran favorables, De la Torre dijo a Notimex que se obtuvieron datos suficientes para realizar en el futuro publicaciones en importantes medios científicos.
En su calidad de jefe científico de la expedición, que partió el 7 de noviembre pasado desde el puerto peruano de El Callao rumbo a la chilena Isla de Pascua, el joven mexicano recolectó durante 114 días de la travesía muestras del mar y realizaron observaciones del clima para sus estudios.
La expedición “Kon Tiki 2” estaba integrada por tres mujeres y 11 hombres que navegaron a merced del viento en dos balsas de madera, “Tupac Yupanqui” y “Rahiti Tane”, que fue construida bajo una técnica precolombina con troncos y cuerdas y que tenían 17 metros de eslora por seis metros de manga.
Ambas naves llegaron sin mayores problemas a la Isla de Pascua, tras recorrer cuatro mil 500 millas náuticas, pero el regreso al continente se complicó y debieron abortar la misión luego que les fue imposible llegar con seguridad al puerto de Valparaíso, 120 kilómetros al noroeste de Santiago.
De la Torre aseveró: “llevábamos en las dos embarcaciones varios instrumentos y recolectamos muchas muestras científicas. Tenemos datos de información oceanográfica para saber los componentes químicos, biológicos y físicos del agua de mar y como interactúan entre ellos”.
“Los datos serán analizados en Noruega, en la Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología y en el Instituto Noruego de Investigación del Agua. Ellos proporcionaron los instrumentos y entrenamiento necesario para utilizarlos y será el lugar donde analizaremos la información para luego hacer la divulgación científica”, acotó.
La expedición “Kon Tiki 2” tardó 43 días entre El Callao y la Isla de Pascua, posesión chilena en el Océano Pacífico distante tres mil 600 kilómetros de Sudamérica donde se reabastecieron de agua y alimentos con la ayuda de la comunidad rapanui para seguir la travesía que se realizó sólo a vela.
Comentó que “el sistema de navegación estaba basado en tablas huaras, las que se sumergen en la proa o la popa de la balsa para crear junto con el mástil un momento de rotación y alinear a la balsa con el destino”.
Luego de pasar la Navidad y el Año Nuevo en la posesión chilena, el 6 de enero pasado zarparon rumbo a Valparaíso, puerto al cual debían llegar entre el 7 y el 14 de marzo pasado según la proyección con base a estadísticas sobre intensidad del viento y la velocidad de la primera expedición de las balsas.
“El plan fue navegar hacia el sur para encontrar vientos que vinieran del oeste y nos empujaran al este, pero la combinación de vientos que encontramos en el Océano Pacífico fue tal que al momento de culminar los dos meses no habíamos cruzado ni la mitad de lo que teníamos que haber navegado entre la isla y el continente”, dijo.
“Teníamos recursos para dos meses y un mes de tolerancia por si era necesario. Cuando comenzamos a consumir el agua y el alimento extra vimos que era imposible recorrer lo que nos faltaba en el tiempo que teníamos para sobrevivir con ellos. Estábamos a un poco menos de la mitad de la distancia” entre la Isla de Pascua y Valparaíso, recordó.
Producto de esta situación, y estando a mil 600 kilómetros del continente, se decidió pedir apoyo a la Armada de Chile, la cual contactó al mercante “Hokuetsu Ushaka”, que fue en su rescate, tras lo cual abordaron un barco de la institución armada chilena que los llevó al puerto de Talcahuano, 520 kilómetros al sur de Santiago.
En 1947, el noruego Tohr Heyerdahl llegó a la Isla de Pascua en su embarcación “Kon Tiki”, mientras que el marroquí Kitin Muñoz también realizó una travesía similar con sus barcas de juncos “Mata Rangi” (1997) y “Mata Rangi II” (1999).
El principal objetivo de esta última expedición fue comprobar, usando arquitectura pre-hispánica en las embarcaciones, que podría haber habido interacción entre las islas de la Polinesia y Sudamérica en tiempos remotos.
En la “Kon Tiki 2” los expedicionarios no sólo se enfrentaron a olas de 10 metros de altura, sino también al desafío de convivencia de siete personas, de distintas nacionalidades y de ambos sexos, en un área de 102 metros cuadrados y donde sólo la choza central permitía protegerse del agua y el viento.