¿Cuántas veces ha escuchado que la Secretaría de Hacienda ha tenido que rebajar su pronóstico de crecimiento económico? La verdad es que ha sido cada trimestre al menos desde el 2012 y a la fecha.

 

Y claro que caben cualquier cantidad de argumentos y pretextos para el incumplimiento de las expectativas. Los pretextos menos comprometedores apuntan a la situación financiera y económica internacional. Pero hay una larga lista de factores internos que también le han costado al país un detrimento en sus expectativas.

 

Estamos esperando de hecho que Hacienda tenga en la mano el comportamiento del Producto Interno Bruto al cierre del primer trimestre para conocer su nueva estimación para este 2016. Actualmente el estimado oficial corre en una banda entre el 2.6 y 3.6%, un nivel que hoy parece inalcanzable.

 

Así que esperamos el ritual de conocer el dato del Producto Interno Bruto (PIB)  por la mañana y para el medio día la conferencia de prensa en Palacio Nacional para dar las nuevas expectativas. La siguiente cita para conocer el PIB del primer trimestre del año será el 20 de mayo.

 

Y en esas andamos cuando llegó la fecha de conocer las estimaciones para el 2017.

 

Mañana vence el plazo para que el gobierno federal, a través de la Secretaría de Hacienda, presente los precriterios de política económica al Congreso de la Unión.

 

Es una gran ventaja tener una ley que obliga al ejecutivo a presentar con oportunidad sus planteamientos para el paquete económico del año siguiente y al congreso a tenerlo aprobado con tiempo suficiente.

 
Algo que le queda a la ley de responsabilidad hacendaria es ese calendario puntual que evita que tengamos episodios como aquellos en que daban las 12 de la noche del 31 de diciembre y el país no tenía un presupuesto aprobado.

 

Hay un relajamiento en esa ley de la obligación de buscar el equilibrio fiscal como principio, una discrecionalidad que ha permitido los niveles de déficit y deuda que hoy vemos. Nada grave todavía, pero sí algo que merece atención futura.

 

Lo que no obliga esta ley es a presentar cálculos creíbles, quizá por lo subjetivo que resulta calificar qué es alcanzable y qué no al momento de hacer pronósticos. Pero lo visto hasta ahora apunta más hacia un intento de lucimiento político que a una estimación útil para las matemáticas del país.

 

El tema es que queda la idea que los datos que conoceremos mañana son oportunos pero inalcanzables.

 

Y no solo es la estimación del PIB, que actualmente tiene una expectativa entre los analistas privados que consulta el Banco de México del 3%, sino de otros indicadores clave como el precio del petróleo.

 

Los dos últimos años la estimación ha quedado muy por arriba de la realidad. Los 79 dólares estimados para 2015  fueron inalcanzables desde el principio y los 50 dólares de este 2016 son también.

 

Quizá peor que eso fue la estimación de los sexenios anteriores cuando aun sabiendo que los precios serían superiores, subvaloraban sus estimaciones  para disponer de millonarios excedentes.

 

Ya veremos mañana las estimaciones macroeconómicas del gobierno federal, ojalá que lo que prive sea la sensatez y proyecten un comportamiento económico más apegado a la realidad.

 

Porque hasta hoy el único dato proyectado en el que se puede confiar es en la inflación del 3% para el próximo año.