BRASILIA. La presidenta brasileña, Dilma Rousseff, amenazada por un juicio político, busca la manera de retener a algunos de los seis ministros del Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PDMB), que ha roto con el gobierno, al tiempo que abrió negociaciones con otras formaciones.

 

Su primer movimiento fue conceder “créditos extraordinarios” para seis ministerios, entre los que están los de Agricultura y Ciencia y Tecnología, controlados por el PMDB y cuyos titulares, Katia Abreu y Celso Pansera, dieron a entender que pudieran no acatar la decisión del partido, que implica entregar los cargos antes del 12 de abril.

 

El PMDB ocupa también las carteras de Minas y Energía, Salud, Puertos y Aviación Civil, pero en esos casos los ministros se han mostrado más dispuestos a renunciar en los próximos días.

 

Esa formación, la mayor fuerza política del país y liderada por el vicepresidente, Michel Temer, anunció su salida del gobierno, lo que fue interpretado como un claro apoyo a un eventual juicio político contra la mandataria, que depende del análisis de una comisión parlamentaria.

 

Fuentes del PMDB que pidieron anonimato dijeron que en el caso de Abreu, indicaron que ni siquiera fue propuesta como ministra por el PMDB, al que se afilió a fines de 2013, sino que fue escogida por Rousseff, con quien tiene una firme amistad, al punto de que fue su madrina de bodas.

 

Para cubrir las vacantes que dejará el PMDB, el gobierno comenzó a negociar hoy con otras formaciones y especialmente con el Partido Progresista (PP), que representa la tercera minoría en la Cámara de Diputados, con 51 de los 513 escaños.

 

Rousseff, por su parte, volvió a subir el tono y convirtió una ceremonia sobre planes de viviendas populares en un acto político, en el que recibió el respaldo de diversos movimientos sociales e insistió en que está en curso un “golpe” para derrocarla.

 

“Tenemos que estar atentos, porque quien no tiene razones para sacar a un Gobierno con base en la Constitución, quiere sacarlo para golpear los derechos conquistados por la población”, aseguró.

 

Rousseff incluso planteó que si eso ocurre con una presidenta elegida democráticamente, “qué no harán contra el pueblo” aquellos que, en su opinión, “no aceptaron nunca” los programas sociales que han beneficiado a millones de brasileños en los últimos años.