El barrio de Xanenetla, considerado como uno de los más “bravos” de Puebla, ha sido por años epicentro de crímenes y delitos; sin embargo, ha sufrido una transformación gracias al arte.

 

“Los taxis no se atrevían a entrar” señala un vecino a Efe sobre este barrio, que colinda con el centro de la ciudad y cuya población ronda los 10,000 habitantes.

 

Calles empedradas y estrechas que fueron testigos históricos de asaltos, tráfico de drogas y conflictos son hoy un faro de luz que abre la puerta a la esperanza de todos los vecinos de la colonia, donde se inauguró la Ciudad Mural.

 

Detrás de esta transformación está una organización sin fines de lucro conocida como “Colectivo Tomate”, un grupo de ciudadanos que busca inspirar a las personas a participar activamente por su comunidad.

 

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“Que se den cuenta de que cuando nos unimos podemos fortalecer y transformar el lugar en el que las personas habitamos” señaló Maribel Benítez, codirectora del colectivo.

 

Comenzó como un proyecto de arquitectura entre dos personas, pero nueve años después se ha convertido en una iniciativa de integración social en comunidades vulnerables y focos rojos de las grandes urbes.

 

Su trabajo no sólo queda reflejado en las paredes; también se nota en la reducción de los índices de criminalidad y en la calidad de vida de los habitantes.

 

“El arte es nuestra herramienta principal y favorita y a través de él promovemos herramientas de paz y de participación ciudadana” dijo la codirectora.

 

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Un artista del Estado de México describe esta experiencia como genial y señala que el hecho de trabajar en puntos conflictivos la hace más humana.

 

“Quizá los jóvenes no tienen otra forma de ver la vida; tal vez (están involucrados en asuntos de) drogas o violencia y cuando ven a una persona haciendo un mural podemos cambiar algo en ellos”, señala el artista Fernando Pons Fernández.

 

El proyecto consiste en la creación colectiva de murales que narren la historia de las familias en las fachadas de sus casas, así como la identidad del barrio en espacios comunes.

 

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Artistas internacionales y de diferentes partes del país se sumergen en la historia del barrio a través de dinámicas de sensibilización.

 

Descalzos y con los ojos tapados recorren el barrio para sentirlo, escucharlo y así poder transmitir luego esas sensaciones a través de sus pinturas.

 

Una labor altruista que comienza conociendo a las familias; ellos se abren al artista y le expresan qué les gustaría representar en sus fachadas.

 

De ahí sale un boceto que finalmente, de ser aprobado por la propia familia, quedará grabado en sus viviendas.

 

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El artista poblano Alejandro Varela comparte su experiencia con Efe y señala que le tocó pintar la fachada de una pareja de matemáticos.

 

Cuando entró por primera vez a su casa se topó con una estatua de un perro xoloitzcuintle, pero no le dio más importancia.

 

“Al día siguiente me dicen, ‘no te hemos presentado a nuestra hija’, yo pregunté si tenían una y me sacaron a una xoloitzcuintle, y dije ‘ya lo tengo'”.

 

Ahora esta pareja tiene a cada lado de la entrada principal de su casa un perro de esta raza, un macho y una hembra.

 

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Historias como estas se repiten en cada fachada. Unos deciden poner algo alusivo a su profesión, a sus creencias religiosas, a un familiar recientemente fallecido o plasman leyendas típicas del barrio.

 

Este sábado se inauguró Ciudad Mural en Xanenetla; el barrio que vio nacer esta iniciativa hace siete años sigue sumando historias a través de la pintura.

 

En esta ocasión son 75 murales, de los cuales 44 son completamente nuevos y 26 han sido rehabilitados de etapas anteriores.

 

Mes y medio de trabajo conjunto entre artistas y vecinos que deja como resultado un barrio lleno de color y encanto, donde el miedo y la inseguridad se esfumó a brochazos para dar paso a un lienzo de esperanza y oportunidades para miles de personas.