La semana pasada, Moody’s modificó la perspectiva para México de “estable” a “negativa”, aunque la calificación se mantiene en A3. La razón es el impacto fiscal del desempeño económico del país y la posible carga sobre las finanzas públicas que podría representar una eventual capitalización y apoyo a Pemex. Así, el desempeño económico débil y las continuas fuerzas externas en contra desafiarán los esfuerzos de consolidación fiscal del gobierno e incrementarán el riesgo por deuda.

 

El gobierno mexicano tiene hasta 24 meses para moderar su ritmo de endeudamiento y maniobrar para que la crisis de Pemex no contamine las finanzas públicas o de lo contrario la calificación crediticia del país sufrirá una reducción y podría alinearse al nivel que hoy muestran S&P y Fitch. Al cierre de 2015, la deuda de México representó 47% del PIB, un nivel no preocupante hasta ahora, según economistas. Sin embargo, sí preocupa el ritmo de crecimiento, ya que en 2011 representaba 28%.

 

Además, después de una racha de estabilidad de 11 años (2003 a 2014) en el nivel Baa1 y 17 meses (abril de 2014 a noviembre de 2015) en un máximo de A3, la petrolera mexicana vio caer su calificación tres peldaños en poco más de cuatro meses para quedar en Baa3.

 

Las acciones surgieron por la opinión de Moody’s sobre los débiles indicadores crediticios que muestra actualmente la compañía y que empeorarán conforme continúe financiando su gasto corriente e inversiones de capital con fuentes externas. La perspectiva de todas las calificaciones es negativa. La nota ‘Baa3’ es la última con grado de inversión en la escala de Moody’s, ya que la siguiente hacia abajo es ‘Ba1’, ya en grado especulativo.

 

Moody’s considera que los indicadores crediticios de Pemex empeorarán mientras los precios del petróleo se mantengan bajos, la producción diaria siga disminuyendo, los impuestos permanezcan altos y la compañía tenga que reducir sus inversiones de capital para cumplir con sus objetivos presupuestales.

 

De acuerdo con Moody´s, el debilitamiento de las perspectivas económicas de México y la crisis financiera de Pemex podrían generar mayores desafíos para la banca de desarrollo y el Instituto para la Protección al Ahorro Bancario (IPAB). La calificadora puso en perspectiva negativa -desde estable- las notas de Nacional Financiera (Nafin), y de los bancos Nacional de Obras y Servicios Públicos (Banobras) y Nacional de Comercio Exterior (Bancomext). Podría decirse que el gobierno mexicano ya utiliza estos bancos para dar poyo a Pemex, en un momento en que estas entidades ya están bajo gran presión para elevar considerablemente el crédito al sector privado para impulsar la economía.

 

Además, la baja en la perspectiva de ocho bancos mexicanos: BBVA Bancomer, S.A., Banco Santander (México), S.A. (Santander México), Banco Mercantil del Norte (Banorte), HSBC México, S.A., Scotiabank Inverlat, S.A. (Scotiabank México), Banco Azteca, S.A. y Banco Interacciones, S.A. (Interacciones), considera la vulnerabilidad de las instituciones a las perspectivas económicas más débiles de México.

 

También revisó a “negativa” la perspectiva de CFE, aunque mantuvo su calificación en Baa1, dos niveles arriba del grado especulativo.

 

Finalmente, y hasta ahora, puso en perspectiva negativa a 19 estados de la República, a excepción del Estado de México que lo dejó con “calificación en revisión aún”. ¿Qué sigue?

 

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