Como buena parte de los ciudadanos que habitamos la Ciudad de México, y decidimos utilizar por una u otra razón el automóvil como nuestro medio principal de transporte, durante esta semana de contingencias ambientales he tenido que elegir opciones alternativas para transportarme a mis diferentes destinos, principalmente, mi lugar de trabajo. Mi elección ha sido Uber, servicio por el que he tenido que pagar hasta 3.1 veces la tarifa normal, y que ha causado molestia en algunos consumidores.
Adicional a todos estos datos, Uber y servicios similares se valen de algoritmos que permiten calcular la oferta y la demanda de automóviles. Si en una zona determinada hay 10 personas requiriendo un auto, por ejemplo, y en la misma hay 10 o más vehículos disponibles, el consumidor pagará una tarifa estándar. Pero si, como ocurre en estos días de contingencia ambiental, llega a haber 40% menos autos de Uber, 6 autos, y 14 usuarios que lo requieren, 4 de los cuales habitualmente viajan en su vehículo pero que fueron impactados por las medidas de protección ambiental, tendremos un problema de oferta. 14 solicitudes, 6 autos disponibles.
Es entonces cuando la famosa tarifa dinámica (porque cambia casi en tiempo real en función de esos valores de oferta y demanda), se activa. Dado que no hay autos para todos, entonces Uber propone una especie de “subasta”, donde quien esté dispuesto a pagar más, es el que recibirá el servicio. A mayor demanda y menos oferta de autos, mayor costo. Es por eso que algunas personas cercanas, llegaron a ver tarifas de hasta 9 veces el valor “normal”, 3 veces mas de lo que yo decidí pagar.
La activación del programa Hoy No Circula está desnudando el grave problema de movilidad que tenemos en la Ciudad de México; tapamos un hueco (la calidad del aire suspendiendo circulación de autos), pero destapamos otros, como el insuficiente y decadente sistema de transporte colectivo Metro, camiones, microbuses y Metrobus, también insuficientes, así como servicios de taxis y transporte privado como Uber, que tampoco se dan abasto y provocan situaciones como la descrita.
Muchas personas califican los precios de Uber en estos días, como un abuso. Algunos de ellos proponen topes máximos a las famosas tarifas dinámicas, que no me parece una mala idea. Sin embargo, no perdamos de vista que el problema de fondo no lo causa Uber, sino la tristemente cada vez menos habitable Ciudad de México, y su abandonado plan de movilidad (no de hoy, sino desde hace décadas). Uber es tecnología pura. Funciona con el algoritmo descrito. No hay un abuso premeditado, sino un cálculo matemático de la aplicación sobre el costo apropiado en función de las variables autos disponibles y usuarios. Por último, no es una obligación del usuario aceptarlo. Quien obliga a aceptarla, a quienes así lo decidimos, son la falta de alternativas, no Uber. También existen modalidades como Uber Pool, que reduce el costo para quienes estén dispuestos a compartir el gasto con usuarios que se muevan por la misma zona.
Para los conductores de Uber, en contraste, los incrementos de tarifa son también una oportunidad para compensar el dinero no ganado por los días que también deben cumplir el Hoy No Circula. Ese es otro efecto colateral de la medida.
Lo único que resolverá la molestia de estos días será una mejora en la calidad del aire que respiramos (corto plazo), así como políticas que propongan un plan serio de movilidad para la Ciudad de México y estados vecinos (mediano y largo plazo). Eso hará que todos nos podamos mover dignamente en el transporte que decidamos utilizar, y que, quienes dejaron el romance con Uber por un momento, vuelvan a valorar en toda su dimensión uno de los servicios tecnológicos que más ha impactado nuestra vida en los últimos años.