Desde hace poco más de tres décadas, el mundo del cine (y de los medios en general), son sometidos constantemente a lo que se conoce como el Bechdel Test, el cual, en términos generales, analiza si una obra de ficción muestra una importante presencia femenina en cuanto a sus personajes, la interacción entre éstos y si son tratados de manera objetiva, sin discriminación de género.

 

En años recientes, esta “prueba” ha adquirido mayor relevancia debido a la queja –y realidad– constante de que en las grandes producciones fílmicas o de TV, las mujeres siguen sin tener una presencia importante dentro de la trama o se les relega a papeles secundarios o sexualizados.

 

COLUMNA ROGUE ONELa idea es que cada vez las producciones mantengan un equilibrio de género e, incluso, que los personajes femeninos tengan un peso importante dentro de la trama de sus historias. Esto ha venido ocurriendo, principalmente, en la televisión, con series como Jessica Jones (Netflix) o Supergirl (CBS), y con filmes como la saga de Los Juegos del Hambre o Star Wars: El Despertar de La Fuerza, en la que las acciones heroicas y el peso de la historia recae en personajes femeninos fuertes, valientes, ágiles.

 

Todo esto viene al caso porque, aunque no sea del agrado de muchas personas, estamos comenzando a vivir una época en la que las mujeres son los nuevos modelos a seguir, las heroínas fílmicas y televisivas del Siglo XXI. Como ejemplos están los casos de Jennifer Lawrence y su Katniss Everdeen, en Los Juegos del Hambre; Krysten Ritter, con el papel titular en la mencionada Jessica Jones; Daisy Ridley como Rey, en Star Wars; y el próximo año Gal Gadot como la Mujer Maravilla, en lo que será la primera película acerca de la famosa amazona de los comics. Todas ellas son, de una manera u otra, herederas de lo que antes fueron Sigourney Weaver en Alien, Angelina Jolie en Lara Croft, o Milla Jovovich en Resident Evil.

 

A ellas se suma el personaje de Jyn Erso, una chica rebelde, retadora de la autoridad, que no le teme a nada y que es la protagonista de Rogue One, el primer spin-off en la saga de Star Wars. En la trama del filme, Jyn será la encargada de infiltrarse en el Imperio Galáctico para robar los planos de la Estrella de la Muerte, hecho que desencadena los eventos del filme original, Episodio IV: Una Nueva Esperanza.

 

Ya en El Despertar de La Fuerza, J.J. Abrams sorprendió gratamente al tener como eje central de su historia a una mujer, y el hecho de que una franquicia de ese tamaño tenga nuevamente como protagonista a una mujer fuerte y arriesgada, es para aplaudirlo. Lo que resulta incomprensible es la reacción que, casi de inmediato, comenzaron a tener a través de las redes sociales un grupo de personas que se molestaron por ese hecho.

 

Decenas criticaron, aún sin ver el filme, al personaje de Jyn e, incluso, llegaron a publicar comentarios absurdos como los siguientes: “A ver en qué momento le darán a los hombres la oportunidad de brillar”; “quiero que esos personajes (femeninos) sean creíbles. Si fuera una película acerca de cómo cocinar, lo aceptaría”; “oh, otra chica blanca británica y anoréxica lidera una película de Star Wars”… y así por el estilo.

 

¿Signo de los tiempos políticos que vive Estados Unidos con sus campañas, en las que Donald Trump se lanza a criticarlo todo y a exacerbar la xenofobia, el machismo y la intolerancia? Quién sabe, pero a todas esas personas que han expresado su descontento por ver una nueva heroína, seguramente ya se les olvidó que en la trilogía original de Star Wars todos los héroes principales eran del sexo masculino; o que en películas de superhéroes como Iron Man, Capitán América, The Avengers o Batman vs Superman, también los personajes principales son hombres y las mujeres básicamente están de adorno. Como dato adicional, en la lista del Top 250 de Internet Movie Data Base, 80% de los protagonistas también son hombres.

 

Con tan pocas imágenes femeninas de fortaleza, resiliencia y autoridad en los medios, esta nueva ola de heroínas de la pantalla (grande o chica) representa una bocanada de aire fresco. No se trata de una guerra de sexos, sino simplemente de mostrar que el mundo, en muchísimos aspectos, le pertenece a las mujeres. Así que sean bienvenidas todas las heroínas.