CIUDAD DEL VATICANO. El papa Francisco incluyó una larga autocrítica sobre los errores cometidos por los católicos a la hora del anuncio del mensaje cristiano sobre la familia y el mal trato a las personas, en un documento publicado este viernes.
“Nos corresponde una saludable reacción de autocrítica”, escribió en su exhortación apostólica Amoris Latitae, un texto de unas 270 páginas que condensó las conclusiones de un proceso de más de dos años de reflexión sobre el rol de la familia en la sociedad actual.
“Tenemos que ser humildes y realistas para reconocer que a veces nuestro modo de presentar las convicciones cristianas, y la forma de tratar a las personas, han ayudado a provocar lo que hoy lamentamos”, insistió.
Aseguró que a menudo los católicos, cuando hablan del matrimonio, se centran demasiado en el “deber de procreación” y dejan de lado su “ideal de ayuda mutua”.
Además reconoció que en la Iglesia no ha existido un buen acompañamiento a los recién casados, con propuestas que se adapten a sus horarios, a sus lenguajes, a sus inquietudes más concretas.
“La alegría del amor” recoge de manera armónica los resultados de los debates en dos asambleas mundiales de obispos (Sínodos), convocadas por Francisco para abordar este tema en los meses de octubre de 2014 y 2015.
En él, Francisco advirtió que existe una “idealización excesiva” entre los católicos sobre el sacramento del matrimonio, y esto no lo ha vuelto más deseable y atractivo para los jóvenes, sino todo lo contrario.
“Tenemos dificultad para presentar al matrimonio más como un camino dinámico de desarrollo y realización que como un peso a soportar toda la vida”, precisó.
Además reconoció que en la Iglesia cuesta dejar espacio a las conciencias de los fieles, quienes muchas veces responden lo mejor posible al mensaje cristiano, dentro de sus límites y pueden desarrollar su propio discernimiento ante situaciones donde se rompen todos los esquemas.
También lamentó que, muchas veces, se tengan actitudes defensivas y se gasten energías en atacar al mundo decadente, con poca capacidad proactiva para mostrar caminos de felicidad.
Constató que muchos sienten que el mensaje de la Iglesia sobre el matrimonio y la familia no es congruente con las actitudes de Jesús, quien proponía un ideal exigente pero nunca perdía la cercanía compasiva con los frágiles.
“Es verdad que a veces nos comportamos como controladores de la gracia y no como facilitadores. Pero la Iglesia no es una aduana, es la casa paterna donde hay lugar para cada uno con su vida a cuestas”, apuntó.
Empero, el líder católico advirtió que eso no significa ignorar la “decadencia cultural” que no promueve la entrega verdadera, manifiesta en la falta de compromiso en las relaciones y la creencia de que el amor, como en las redes sociales, se puede conectar o desconectar a gusto del consumidor e incluso bloquear rápidamente.
Lamentó que, hoy por hoy, “todo sea descartable” y a las personas “se las estrujan mientras sirven para después ¡adiós!”.
“Necesitamos encontrar las palabras, las motivaciones y los testimonios que nos ayuden a tocar las fibras más íntimas de los jóvenes, allí donde son más capaces de generosidad, de compromiso, de amor e incluso de heroísmo, para invitarles a aceptar con entusiasmo y valentía el desafío del matrimonio”, aseguró.
En su largo documento, el pontífice ofreció un crudo y al mismo tiempo esperanzador panorama sobre la situación de la familia y el matrimonio.
Plagado de citas a documentos de la Iglesia y otros textos, la exhortación recorre con realismo situaciones de candente actualidad, critica la incongruencia institucional y llama a tener una actitud misericordiosa, sobre todo con quienes sufren.
Critica la “fría moral de escritorio en temas delicados”, advierte sobre el “creciente peligro” del “individualismo exasperado” y las dinámicas de intolerancia y agresividad, que desvirtúan los vínculos familiares.
Como contraparte llama a comprender, a perdonar, a acompañar, a esperar y, sobre todo, a integrar. Además incluye una serie de recomendaciones prácticas sobre cómo afrontar y superar los principales problemas de las familias.
A partir de este día, el documento comenzará a ser distribuido a todas las parroquias e instituciones de la Iglesia alrededor del mundo, pero tomarán semanas antes que sus indicaciones puedan ser consideradas y puestas en práctica. DMH