Uno de los grandes éxitos del programa espacial estadunidense ocurrió hoy hace 35 años, con el lanzamiento del que fue el primer transbordador tripulado de la era espacial, el Columbia. A poco más de una década de que la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA, por sus siglas en inglés) hubiera superado al programa espacial soviético con la llegada del hombre a la Luna, la agencia espacial estadunidense estaba lista para otro hito en la historia de la conquista del espacio.
Construido desde 1975 en los laboratorios de Rockwell, el Columbia fue llevado al Centro Espacial Kennedy el 25 de marzo de 1979 para ser preparado para su primer vuelo fuera de la órbita terrestre, el cual estaba programado para finales de ese año, pero fue postergado debido a problemas con algunos componentes electrónicos y con el sistema de protección térmica.
El primer vuelo del Columbia tuvo como tripulación al comandante John Young, un veterano de los programas Géminis y Apollo y que, en 1972, se convirtió en el noveno ser humano en poner un pie en la Luna; y fue pilotado por Robert Crippen, quien sirvió durante años como parte del equipo del Skylab y las misiones Apollo-Soyuz.
Tras haber permanecido en el espacio durante un par de días, en los que orbitó la Tierra en 36 ocasiones, el Columbia aterrizó el 14 de abril de 1981 en la Base Edwards de la Fuerza Aérea estadunidense, ubicada en California.
Aunque hubo varios otros transbordadores espaciales o space shuttles después que él (Enterprise, Challenger, Discovery y Atlantis), el Columbia realizó un total de 28 misiones, tuvo un total de 160 integrantes de su tripulación y pasó más de 300 días en el espacio, con cuatro mil 808 órbitas terrestres.
Su historia llegó a su fin el 1 de febrero de 2003, cuando regresaba a la Tierra después de una misión de 16 días en el espacio y una falla provocó que se desintegrara durante su reingreso a la atmósfera terrestre, con el fallecimiento de los siete integrantes de su tripulación. El programa de transbordadores de la NASA llegó a su fin en 2011, después de poco más de tres décadas de servir a la exploración de la última frontera conocida por el hombre.