BRASILIA. La presidenta brasileña, Dilma Rousseff, prometió que “luchará hasta el último minuto” para impedir un proceso con miras a su destitución, pero la desbandada en su base de apoyo no cesa y compromete cada vez más su situación.
“Sé que los brasileños están de mi lado y que venceremos esta batalla“, declaró Rousseff en alusión al proceso de votación que comenzará el próximo viernes en la Cámara de Diputados y definirá si el trámite para un juicio político llega al Senado, que tendrá la palabra final sobre el asunto.
Para que el proceso llegue a esa instancia, la oposición necesita una mayoría calificada de 342 votos de los 513 posibles en la Cámara de Diputados, que en caso contrario archivará la causa.
Sin embargo, las cosas parecen cada vez más difíciles para el gobierno, que ayer volvió a perder apoyos entre su propia base, que se ha ido encogiendo a medida que se acerca la votación en el pleno de la Cámara Baja.
El Partido Social Democrático (PSD), que lidera el ministro de Ciudades, Gilberto Kassab, anunció que la mayoría de sus diputados se ha manifestado a favor de la posible destitución de Rousseff.
“Una amplia mayoría de los diputados del PSD está a favor del proceso“, reconoció hoy el jefe del grupo de esa formación en la Cámara Baja, Rogério Rosso.
Según calcula la prensa local, al menos 31 de los 38 diputados del PSD pudiera inclinarse por respaldar el proceso contra Rousseff y sumarse a los cerca de 300 votos que la oposición ya cree tener asegurados.
Este martes, Rousseff fue abandonada por el Partido Progresista (PP), que tiene la cuarta minoría en la Cámara de Diputados y se decantó también por votar a favor de que responda a un juicio con miras a su destitución.