LA HABANA. Cinco años después de aprobar las reformas que están cambiando el paisaje económico de Cuba, el Partido Comunista, único legal, afronta el desafío de acelerar el ritmo de ese proceso de actualización y ampliar los espacios del emergente sector privado surgido en el país.

 

Con la economía como eje central, el VII Congreso del PCC se reunirá entre el 16 y 19 de abril en La Habana con la participación de mil delegados que analizarán el rumbo las 313 medidas o “lineamientos” aprobados en el anterior cónclave de abril de 2011, de los que solo se ha implementado 21%, según reconoció en enero el Comité Central del partido.

 

“Las reformas están bien orientadas, pero el ritmo es muy lento. Al paso que van es imposible culminar el proceso antes de que Raúl Castro abandone la presidencia en 2018“, criticó el economista cubano Carmelo Mesa-Lago, catedrático emérito de Economía y Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Pittsburgh.

 

En el VII Congreso se trabajará en cuatro comisiones, de las que tres son de contenido económico y una de las cuales se ocupará de la “conceptualización” del modelo de la isla, un “asunto urgente”, según Mesa-Lago, ya que se debe “definir con más claridad cómo se va a combinar el sector estatal y el privado”.

 

Mesa-Lago y otros analistas consultados señalan que el cambio más significativo en estos cinco años de reformas ha sido la apertura a los negocios privados -sector que ya emplea al 27% de la fuerza laboral de Cuba- como restaurantes, casas de arrendamiento, salones de belleza o transportistas.

 

Cuba aprobó en marzo de 2014 una nueva Ley de Inversión Extranjera y ha impulsado la Zona Especial de Desarrollo del Mariel (ZEDM), un gran centro empresarial y puerto mercante que ofrece condiciones ventajosas a la instalación de empresas foráneas; dos proyectos que arrojan de momento resultados muy modestos.

 

De las 400 solicitudes de inversión que Cuba ha recibido, solo se han aprobado 11 y la mitad corresponde a empresas que ya estaban instaladas en la isla, un proceso perjudicado por trabas burocráticas y centralismo y lentitud en la toma de decisiones.