Entrevista con El Fanzine, Óscar Ruvalcaba Pérez nos contó sobre Folio en Blanco, su próxima puesta en escena.

 

“¿Te molesta si pongo música de fondo? No puedo ser yo sin música…”, pregunta Óscar tras presentarse conmigo con una gran sonrisa y esa mirada que tienen aquellos artistas que han vivido creando realidades; la música es excelsa, genera el ambiente ideal para una charla más que una entrevista, justo lo que se tiene con aquellos artistas que han vivido creando realidades, suena una versión elaborada por él mismo con base en Working Class Hero de John Lennon.

 

Toma asiento frente a mí y nos traen un café, sonriendo, humilde, sencillo, no pensarías que te encuentras con Óscar Ruvalcaba Pérez, un icono de la coreografía y la danza contemporánea de nuestro país, con una trayectoria internacional de más de 30 años.

 

Óscar inicia su carrera como bailarín en Guadalajara y tras estudiar con profesores en varios países, en 1985 se hace coreógrafo de la obra Stop Making Sense…“con ella sentí por primera vez que me había convertido en un coreógrafo, que había dado ese salto…”, comentó.

 

Posteriormente, en 1991 forma su propia compañía Óscar Ruvalcaba, Cía., la cual no tiene sólo obras reconocidas internacionalmente como mencionamos en la introducción de esta entrevista, sino ha trabajado para el INBA, Ballet Independiente y Contempodanza en México, y se ha presentado en lugares como el Kennedy Center de Washington.

 

Tras un retiro que, en sus palabras, le hizo ver que no era un coreógrafo todavía por inercia sino por voluntad, regresa con Folio en Blanco, obra que nos comenta pretende exponer lo aprendido no sólo durante su trayectoria y vida personal, sino en el quiebre de lo que fue ese retiro: la libertad de ser quién y cómo somos.

 

“Tras Stop Making Sense se me complicaba ya trabajar sólo como bailarín, así que decidí formar mi propia compañía con el objetivo de ir en búsqueda de mi propia vertiente creativa…”, comentó.

 

Siempre con una sonrisa, Óscar voltea a su alrededor, observa el foro y a sus bailarines aún ensayando y habla del cómo -tras más de 30 años de carrera- tiene esa sensación de ser un adulto y comienza a explotar ese conflicto existente entre lo que ha aprendido y lo que no conoce; al preguntarle si con “lo que no conoce” se refiere, por ejemplo, a las nuevas corrientes que han ido surgiendo él, nos platicó de su relación con el gremio de la danza, la audiencia y sus necesidades:

 

“Inicias con un esquema y este esquema se va moviendo, mutando, y aquí es donde me pregunto: ¿cómo me relaciono yo con el gremio actual de la danza y la coreografía? y, sobre todo, ¿cómo me relaciono yo mismo con Óscar Ruvalcaba, el artista?”.

 

Cuando Óscar dice la palabra Yo hace un ademán y tiene una mirada que, lejos de lo que pudiésemos pensar, está llena de humildad. Para él, el Yo está en lo que haces y lo que eres al mismo tiempo…

 

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“Cuando empiezas, como todo lo que existe, no empiezas con un motivo, te queda bien y lo sigues haciendo; a mí me decían que lo hacía bien así que continué haciéndolo, Óscar el coreógrafo, pero no fue una decisión tomada, sólo sucedió, por inercia. Ahora yo estoy tomando esa decisión por voluntad, Óscar, el coreógrafo. Tras preguntarme ‘¿Qué tan significativo es para mí crear, hacer danza?’, y llegar a la conclusión de que es realmente significativo para Óscar; comencé a tomar del mundo lo que era importante para mí y dejar afuera lo que no…”.

 

Pensando en sus obras anteriores y escuchando la música que Óscar puso de fondo para nuestra charla, le comenté que -al percibir personalmente la influencia del dadaísmo en sus obras anteriores como Luz de Neón para Prometeo, y ver sólo el título de Folio en Blanco- no pude evitar hacerle una pregunta obvia aunque necesaria: ¿Por qué la necesidad de ese retiro y -por supuesto- si la libertad, el existencialismo que se percibe en el título de esta nueva puesta en escena tuvo que ver con dicho retiro?

 

“La inercia es algo fuerte, poderoso, es fácil seguir haciendo algo sólo por el hecho de hacerlo, por la inercia en la que has caído, pero el objetivo, el porqué haces algo debe ser mucho más profundo, debe surgir desde lo que es tu ser, si ese manantial en tu ser ya se secó no hay razón para seguirlo haciendo si no es por voluntad, y para que haya esa voluntad, el objetivo debe venir de lo que eres…”.

 

La Primera ley de Newton o Ley de la Inercia afirma que un objeto permanecerá varado o en un movimiento rectilíneo hasta que se le aplique una fuerza que cambie dicho estado; en el caso de la trayectoria de Óscar, este objeto es su expresión artística, el retiro de Óscar fue para tomar el control de esta expresión y decidir por voluntad -y no por inercia- si su expresión artística debía detenerse o continuar y, de ser así, el cómo de esto, el impulso de su fuerza creadora bajó su propia decisión.

 

Como sucede con la trayectoria de grandes artistas que empiezan siendo dadaístas o surrealistas y después toman distancia para regresar sin perder su esencia con algo más maduro, nuevo y propositivo, bajo el control de su poder creativo; artistas como Miles Davis y David Bowie hicieron exactamente lo mismo que Óscar y esto los llevó a la cima del desarrollo de sus fuerzas vitales, Óscar afirma que esto es lo que Folio en Blanco representa para él.

 

Es lógico, dada la temática de la conversación detrás de Folio en Blanco y su retiro, el simbolismo de las máscaras que usamos para vivir en sociedad ¿qué tanto actuamos por inercia o por voluntad?

 

“Mi retiro fue una muerte, un cierre de ciclo, pero es imposible después de tantas décadas perder tu esencia, pero sí es posible tomar control de ella ¿o no? (Óscar sonríe como para sí mismo en ese momento) Lo que es seguro es que mis impulsos para crear ya no son los mismos que hace años y el mundo tampoco…”

 

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“Folio en Blanco es definitivamente abrir un nuevo libro, uno en blanco, pero no tengo ni el estado ni la ingenuidad juvenil que tenía y mucho menos los mismos cuestionamientos…”.

 

¿Qué cuestionamientos son los de ahora para Óscar Ruvalcaba?

 

“Hace un par de años tuve un profundo sentimiento de orfandad, como si fuera una hoja al viento y este me llevaba por donde quisiera hasta que me hiciera desaparecer; no tenía referencias para anclarme por así decirlo, necesitaba algo nuevo tras el hastío que la inercia provoca…”.

 

No puedo evitar preguntarle al escuchar “hastío”, “necesidad de algo nuevo” e “inercia” (de nuevo), y por supuesto tras escuchar todo el fondo expuesto durante la charla, si Folio en Blanco era una especie de salto del dadaísmo y el estilo que había manejado durante años hacia algo más existencialista y libre…

 

“La crisis existencial definitivamente la tuve, aproximadamente hace un año, ahora tras dicha crisis quiero escribir un nuevo episodio y es con base en esto que creo la estructura de lo que llamo nuevo para mí…”.

 

“Lo que quiero exponer simple y llanamente en Folio en Blanco es que lo único constante es el cambio y debemos adaptarnos a él con voluntad…”.

 

¿Qué tanto es que lo aprendido en su retiro influye en la estructura de la obra? más allá de las sensaciones personales que tuvo él, es decir, el impacto de la lejanía en Óscar, el artista, como lo llama él…

 

“Lo curioso es que uno entra con una premisa, en este caso que todos tenemos una máscara que necesitamos en la vida para sobrevivir en la sociedad y pensé que esto iba a exponer pero a lo largo de los ensayos me di cuenta de que tanto los bailarines como la obra por sí misma son energías vivas y me percaté que la obra hablaba en realidad más obre este hecho: la necesidad de ser permeable al cambio y al mismo tiempo tener voluntad; las certezas son subjetivas, de ahí el título de la puesta en escena, cada cosa lleva inherente y profundamente un contrario; al principio quería usar multidisciplinas: colocar textos, ilustraciones, pero después me di cuenta de que esto era ese contrario inherente a lo que quería exponer, aquí los bailarines son el lenguaje, y sus cuerpos forman las palabras, y tanto ellos como la audiencia tienen un Folio en Blanco en el cual leerse a sí mismos…”, contestó Óscar, el artista…

 

La visión de Óscar, comenta, es muy nietzscheana: tomar el control de tu fuerza creativa pero al mismo tiempo ser capaz de adaptarse al continuo cambio; nos habla también del Budismo Zen y el cómo no hay una respuesta verdadera a ninguna pregunta, todo depende de la perspectiva de quién y cómo somos, y la “respuesta” sólo es encontrable al internarse de este modo en la pregunta misma; siempre hay que ir más allá de las perspectivas, no existe la verdad, tienes que adaptarte.

 

“Al alejarme en mi retiro, me di cuenta de que mi impulso de hacer danza ya no era como cuando era joven, con esas ganas e irrumpir en el mundo. Mi conclusión fue que el mundo no iba a detenerse si Yo no hacía danza y tampoco lo iba a hacer si seguía haciéndola, pero medité ¿Qué se detendría en mí si dejaba de hacerlo?”

 

“Hay un proceso de manifestación del Ser (de ahí que cada vez que Óscar menciona este verbo o dice Yo se perciba una paz enorme en él), este proceso puede detenerse, pero Yo puedo evitar que se detenga, debo hacerlo pues yo aprendo del mundo y esto me lleva a Ser a través de la la danza, y si dejo de hacer danza dejo de aprender, dejo de Ser…”

 

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Extraordinarias y profundas palabras, las cuales permiten ver la pasión con y la profundidad filosófica con la que regresa al escenario con Folio en Blanco…

 

El Ser de Óscar Ruvalcaba Pérez es el hacer danza, y Folio en Blanco invita tanto al bailarín como a la audiencia a preguntarse ¿Cuál es su Ser?

 

“La audiencia y los bailarines forman una complicidad en la cual las perspectivas mutan de acuerdo a lo que cada espectador Es; así como sucede con el Budismo Zen o la física cuántica, todo depende de la perspectiva del observador, y en Folio en Blanco todos son observadores con su propia perspectiva leyendo lo que son…”.

 

Sobre la música que se utilizará para ambientar Folio en Blanco, Óscar recibió el apoyo de Hilary Hahn, una estrella estadounidense del violín quien desarrolló un diálogo con exponentes de la música electrónica alemana y lograron crear una atmósfera que no crea una narrativa por sí misma pero, en palabras de Óscar, le permite a él alimentar sus propias metáforas escénicas. Óscar trabajó también en ambientaciones creadas por sí mismo como la versión de Working Class Hero que puso al inicio de nuestra charla.

 

“Lo que quiero hacer con Folio en Blanco es dejar una ventana abierta hacia uno mismo y el mundo, una ventana que deje la posibilidad al espectador de asomarse a sí mismo o no, dependiendo de tu propia voluntad…”

 

De este modo finaliza el coreógrafo, donde la voluntad del artista debe romper la inercia de su propio trabajo para poder Ser, y esto es sólo posible adaptándose al cambio continuo, ya que la vida misma es un Folio en Blanco.