Ruta: Desde Mérida hasta Celestún, en Yucatán

 

Duración: Tres noches

 

Coche sugerido: Audi TTS

ROAD TRIP AUDI TTS

 

Objetivo: Mérida es el secreto mejor guardado de México en cuanto a calidad de vida se refiere. Buen clima, seguridad, belleza natural a la redonda, arqueología, una exquisita gastronomía, gente amable, oferta cultural los 365 días del año y mucho color.

 

Esta ciudad, dos veces nombrada Capital Americana de la Cultura, es un excelente destino turístico, un lugar preferido por muchos para el retiro, una gran opción para las inversiones, pero también el mejor punto de partida para explorar la Península de Yucatán donde, por cierto, se encuentra un paraíso rosa llamado Celestún.

 

Punto de partida: “Mérida blanca: La buena vida”.

Mérida tiene el timing perfecto, una ciudad ágil con una gran oferta de entretenimiento, pero donde todavía se disfruta con calma, una ciudad que se resume en calidad de vida.  La historia impregna cada calle con sus coloridas casas coloniales, se lee en cada sitio arqueológico cercano y en sus antiguas haciendas hoy convertidas en hoteles de lujo.

 

En Mérida –lo que en pocas ciudades de México ocurre– el espacio público está al servicio del público, con una activa oferta cultural los 365 días del año, por lo que no será difícil encontrar trova, danza o diferentes expresiones artísticas en cada esquina. Sin embargo, también los foros y teatros, como el Armando Manzanero, ofrecen una completa agenda de actividades.

 

La ciudad es limpia, el clima es siempre bueno y permite disfrutarse con la ropa típica, la cual amerita un buen día de shopping por las calles 60 a 62 en el Centro Histórico. Una guayabera, un vestido de lino y un sombrero son algunas de las piezas artísticas que se pueden comprar mientras se disfruta de un paseo por el centro, entre casonas de lujo, cafeterías, restaurantes de comida típica y plazas como los parques Santa Lucía, Santa Ana, Hidalgo, San Juan y la principal Plaza de la Independencia, donde se encuentran los palacios municipal y de gobierno, el Museo Casa Montejo, la imponente catedral, el Pasaje Revolución y las características “Sillas del Amor”, que adornan las principales plazas de Yucatán.

 

La escena gastronómica ha ganado fama por la cocina tradicional, que integra ingredientes prehispánicos con famosas recetas coloniales –la Chaya Maya es uno de los famosos–, pero también por una reciente oleada de chefs que buscan poner a éste entre los movimientos culinarios preferidos del mundo. Existen restaurantes como Rosas y Xocolate o Apoala, que ofrecen un menú exquisito. Luego de un recorrido por el Paseo Montejo, a bordo de una de las nuevas blancas calandrias, estarás más que listo para iniciar la aventura rumbo a la costa del noroeste yucateco.

 

 

Punto de llegada: “Celestún: Turismo verde en un paraíso rosa”

Exactamente en la punta que separa al Golfo de México del Caribe, se encuentra un pedazo del planeta poco alterado por el hombre, una reserva de la biósfera con aguas cristalinas, manglares, playas intactas y rías repletas de flamencos. Celestún ofrece la maravilla de ver las estrellas todo el día, bajo la luz del sol se observan en el fondo del agua y, durante la noche, el cielo limpio y despejado alumbra con la luna y las estrellas los senderos que se dibujan entre la naturaleza. Aquí los días empiezan con una salida a pescar en la madrugada, en algún bote pesquero de la comunidad, seguido por una clase de cocina dónde preparar tu pesca fresca del día, para posteriormente tirarte en la arena, remar en kayak, visitar los sitios donde se recolecta sal, hasta terminar el día con una visita a algún spa previo al atardecer.

 

La actividad insignia, y que atrae a visitantes de distintas partes del mundo, es sin duda la posibilidad de ver la ría –normalmente transparente– pintada de rosa por la llegada de decenas de miles de flamencos de ese color que permanecen en este paraíso en ciertas temporadas.

 

Para quienes buscan una experiencia distinta, ecológica, en medio de un entorno paradisiaco, sin duda Xixim es una gran opción. Un hotel que se define como Eco Chic, en medio de esta Reserva de la Biósfera. El hotel está compuesto por una serie de villas independientes y decoradas de forma tan orgánica que parecieran integrarse perfectamente al entorno. Entre cada villa y el mar existen pocos metros de distancia, y la vista desde el cuarto te hace sentir dueño de una playa pura y tranquila.

 

No es poco frecuente ver desde el balcón a varios delfines brincando, iguanas y aves también pasan a visitar de vez en cuando e, incluso, algunos gatos rondan por el hotel. Lo que es un hecho es que en una Reserva de la Biosfera todas las especies –hasta los turistas– conviven de manera armoniosa y se desarrollan plenamente.