BRASILIA. La presidenta brasileña, Dilma Rousseff, se enfrascó hoy en un intenso cabildeo en la víspera de la votación en que este domingo la Cámara baja decidirá si autoriza el inicio de un juicio político que puede costarle la jefatura del Estado.

 

Rousseff permaneció hoy en el palacio de Alvorada, su residencia oficial, y allí se reunió con líderes parlamentarios de los partidos que están divididos o indecisos ante la decisiva votación del domingo.

 

La mandataria también hizo un llamamiento público a esos diputados, a través de un artículo en el diario Folha de Sao Paulo, en el que aseguró que la historia les juzgará y “honrará la biografía” de los que voten en contra de su destitución.

 

“Quien defiende la democracia nunca se arrepiente. La democracia es siempre el lado correcto de la historia”, manifestó la mandataria en su artículo.

 

El objetivo del oficialismo es evitar que la oposición sume 342 votos favorables a la destitución, cifra que supone dos tercios de la Cámara y que, en el caso de alcanzarse, enviaría el proceso al Senado, donde el juicio político se celebraría formalmente.

 

Para concentrarse en la caza de votos, Rousseff canceló su participación en un acto convocado para este sábado por los movimientos sociales que la apoyan y que están acampados en Brasilia.

 

El expresidente Luiz Inácio Lula da Silva sí participó en ese acto, pero después de un breve discurso también se marchó para hablar en privado con tres gobernadores, con el objetivo de recabar apoyos entre los legisladores de sus respectivos partidos.

 

Lula, aquejado de una fuerte ronquera, comparó los cambios de opinión de los diputados con el “sube y baja” de las acciones que cotizan en la bolsa.

 

En su discurso, el padrino político de Rousseff aseguró que la mandataria resistirá en el cargo y “no se matará”, como hizo el expresidente Getulio Vargas en 1954 ante presiones de los militares, ni se exiliará como hizo João Goulart tras el golpe de Estado de 1964.

 

En el acto político participaron dirigentes de sindicatos, movimientos estudiantiles, campesinos y de los sin techo, en los que se insistió en que el proceso contra Rousseff se trata de un “golpe de Estado”, tesis que comparten con el Gobierno.

 

A pesar de los esfuerzos de Rousseff, en la noche del viernes continuó el constante goteo de pérdidas de apoyos, con la renuncia del ministro de las Ciudades, Gilberto Kassab.

 

Kassab es miembro del Partido Social Democrático (PSD), una fuerza con 37 de los 513 diputados y que mayoritariamente se ha posicionado a favor de la destitución de Rousseff, aunque alberga algunos disidentes.

 

Rousseff también elevó hoy el tono contra su vicepresidente, Michel Temer, quien la relevará en el caso de que el Senado acepte iniciar el juicio político.

 

En un mensaje difundido a través de las redes sociales, Rousseff calificó a los impulsores del proceso de destitución como “golpistas” y “traidores de la democracia”.

 

“Hago una advertencia a los que ven en el ‘impeachment’ (juicio político) un atajo para el poder. Pueden justificarse ante sí mismos, pero nunca podrán mirarle a los ojos a la nación, porque la palabra golpe estará grabada en la frente de los traidores de la democracia”, afirmó Rousseff.

 

Rousseff y Temer intercambiaron acusaciones sobre los planes que tendría el vicepresidente en relación con los programas sociales con los que el Gobierno asiste a la población más pobre.

 

“Lo que está en juego son las conquistas sociales y los derechos de los brasileños”, dijo Rousseff.

 

Temer, que respondió también a través de las redes sociales, acusó a la jefa de Estado de servirse de “mentiras rastreras” y reiteró que mantendrá los programas sociales, dando por sentado que la sucederá en el cargo.

 

De forma paralela, la Cámara de los Diputados prosiguió este sábado los debates iniciados el viernes, previos a la votación decisiva del domingo.

 

Si la oposición suma los dos tercios de la Cámara, el proceso pasará al Senado, donde será suficiente con la mayoría simple de los 81 legisladores para abrir formalmente el juicio político.

 

Entonces Rousseff tendría que apartarse del cargo de forma temporal durante los 180 días que durará el proceso y sería sustituida por Temer.