Al concluir las deliberaciones del Séptimo Congreso del Partido Comunista de Cuba (PCC), el único permitido en la Isla, iniciadas el pasado día 16 de abril, que se realizan por lo general cada cinco años, los resultados fueron escasos aunque alentadores, un poco al estilo “gatopardista” basado en la premisa de “cambiar para que todo siga igual”.
Los mil delegados al encuentro, al que no fueron invitados periodistas extranjeros y cuya sesión final fue difundida en forma diferida, ratificaron los cambios económicos en curso desde 2008 y la continuidad del “deshielo” con Estados Unidos, pero rechazaron un regreso al pasado capitalista y, como ya es costumbre, no ahorraron duras críticas a Washington y al presidente Barack Obama.
La cúpula castrista determinó que no habrá, en lo económico, “terapias de choque en detrimento de las clases más humildes de la sociedad” ni una “privatización” de corte neoliberal como tampoco transformaciones que restauren el capitalismo. La premisa de la “actualización del modelo económico” tendrá como supuesto el principio de que nadie quedará desamparado, lo cual condiciona en gran medida la velocidad de los cambios.
El canciller Bruno Rodríguez anticipó tras el cierre del Congreso la realización de un referendo constitucional, sin fecha aún, en el cual cada persona votará en las urnas “por el socialismo, la Revolución y el Partido Único”.
Los resultados de la reunión deben ser leídos entrelíneas y, en suma, significan para los entendidos que Cuba quiere seguir el modelo chino, aunque “a paso de tortuga”, con cambios en la estructura económica, pero sin tocar la política.
Los débiles vientos de renovación, que soplaron en discursos pasados de Raúl Castro se quedaron en una efímera brisa. Como se esperaba, el Presidente cubano, de 84 años, que ha anunciado su retiro para 2018, fue reelecto como Primer Secretario de esta fuerza política gobernante.
La cúpula del Buró Político, una gerontocracia de 14 miembros, casi todos mayores de 80 años, dominada por la vieja guardia, quedó prácticamente intacta, lo que resultó por cierto muy simbólico. Miguel Díaz-Canel, primer vicepresidente, de 55 años, el “delfín” de Raúl, a quien se menciona como su posible sucesor, no ascendió al puesto número 2 del PCC, como se creía, y se optó por Machado, un ultraconservador.
La inopinada presencia en la sesión de clausura de Fidel Castro, vestido con traje deportivo, ovacionado por los delegados, fue difundida por los medios oficialistas, como gesto de que lo aprobado contó con su bendición. El mensaje de Fidel dio algunas pistas de que los cambios serán lentos y parciales. El ahora líder “moral” de la Revolución predijo que “no deberán transcurrir otros 70 años para que ocurra otro acontecimiento como la Revolución Rusa, para que la humanidad tenga otro ejemplo de una grandiosa Revolución Social”.
La clausura de la cumbre sonó a despedida histórica por partida doble cuando el líder socialista señaló que pronto cumplirá 90 años –el 13 de agosto próximo –. “Tal vez sea de las últimas veces que hable en esta sala” dijo, y auguró que aunque muera “quedarán las ideas de los comunistas cubanos como prueba de que en este planeta, si se trabaja con fervor y dignidad, se pueden producir los bienes materiales y culturales que los seres humanos necesitan”.
Quizá con esto quería decir que no se requieren grandes cambios si el sistema está bien para darle a los cubanos lo que necesitan.
Los empresarios en ciernes en Cuba no se hacen ilusiones y saben que la economía estatista continuará dominando por un buen tiempo en el escenario cubano, pero aún así se muestran ansiosos porque saben que cualquier cambio, por pequeño que sea, sigue a otro y a otro, hasta generar una reacción en cadena.
El nuevo modelo de socialismo “próspero y sustentable” arrancó en 2008, cuando el gobierno inició los cambios económicos que desde entonces permitieron la expansión del sector privado hasta alcanzar casi medio millón de personas, que entre otras cosas crearon cooperativas no agropecuarias privadas y distribuyeron tierras en usufructo entre campesinos. Hasta ahora existen áreas de negocios donde los “cuentapropistas” pueden incursionar, sobre todo los gastronómicos, que se materializaron en su mayoría en los llamados “Paladares”, pequeños restaurantes de unas pocas mesas donde turistas y locales pueden degustar la deliciosa, aunque no muy variada, cocina cubana a precios más o menos cómodos, muchos de ellos en dólares.
Para quienes ya saltaban de gusto creyendo que la economía se abriría de par en par, los gobernantes cubanos arrojaron paños fríos y dijeron que el eje de la economía seguirá siendo la empresa estatal, es decir, socialista, aunque sometida a un proceso de transformación para hacerla más efectiva e independiente.
Los delegados eran, en su mayoría, personas mayores, aunque otro no insignificante porcentaje son jóvenes, lo cual resultó una buena noticia porque son éstos la fuerza motora de los cambios.
Aunque parezca imposible, muchos de los “cuentapropistas” que creen en la libre empresa también tienen la veladora encendida en el altar del sistema comunista.
Como sea, los nuevos empresarios no la tienen fácil, por lo menos como lo cuenta el cubano Ernesto García al portal de Miami, quien dice que constantemente el Estado revolucionario envía inspectores a los negocios para “comprobar si el dueño se está enriqueciendo más de lo debido” y los impuestos suben cada día.
Así pues, todo indica que en Cuba los cambios seguirán siendo apenas cosméticos, a pesar de que el alza del petróleo a nivel internacional, que mantiene al borde del colapso a Venezuela, el principal benefactor de este país, amenaza con arrastrar consigo a la isla.
Pero la remoción de un solo grano de arena es el principio de una gran erosión que puede derribar una roca. Ésa es la esperanza en la que se apoyan los cubanos de dentro y fuera del país que ven el “vaso medio lleno” y piensan que este Congreso tuvo avances, a pesar de que todo parece haber quedado estático.
Resultados
EL NUEVO MODELO CUBANO incorpora como protagonistas a los pequeños propietarios de negocios, llamados cuentapropistas, a quienes muchos califican como los “nuevos ricos”, aunque también los hay que son miembros del PC cubano, integrado por 670 mil personas, pero eso no se suele decir públicamente.
POR PRIMERA VEZ fueron incluidos en los debates representantes de este grupo, llamado “sector no estatal de la economía” que abarca a “cooperativistas y cuentapropistas e incluso, jubilados”.
SE AMPLIARON DE 116 A 142 los miembros del Comité Central, con la anunciada rebaja en el promedio de edad (54.5 años) y el aumento de proporción de negros y mestizos. También aumentó, de una a cuatro, la participación de mujeres.