En medio de la madrugada y desde la ventana de su departamento, el reportero Primitivo Arcángel observa un cadáver colgando del asta bandera en el centro del Zócalo de la Ciudad de México. Esa es la primera escena de la novela “Días de ira”, el debut del periodista Martín Moreno en el terreno de la ficción.
El libro parece el compendio de recetas de la clase política para llevar a un país al desastre… sin embargo, el verdadero intento del autor -expuesto en una entrevista con 24 HORAS– es ofrecer una especie de escape, una venganza o revancha literaria contra lo más anquilosado y obsoleto de los políticos mexicanos.
Y para Martín Moreno, la caricaturización de estos personajes, el humor y la burla es una de las mejores revanchas que podemos pedir los mexicanos.
¿Cómo fue pasar del periodismo a escribir novela de ficción?
Habría sido muy difícil escribir “Días de ira” si no hubiera sido periodista. Las aristas principales son el poder político, la guerrilla, los medios… reflejo mucho la forma en que se desenvuelve el poder y eso no lo pude haber logrado más que como periodista de muchos años. Hay que tomar al lector de la mano y llevarlo a la casa presidencial y decirle: así habla el Presidente, así hablan los colaboradores, así se toman las decisiones y así se manejan las crisis en la casa presidencial; pero también llevarlo a la Sierra y decirle: Ésta es la guerrilla y es lo que ha sufrido, no la cosifiques, vela a los ojos.
¿Cómo recreaste reuniones privadas del mayor nivel a las que difícilmente se tiene acceso? ¿O te lo imaginaste?
Desayunando alguna vez con el maestro Leñero hablábamos de la cercanía de los periodistas con los políticos y me dijo algo muy cierto: que a veces no es muy agradable estar cerca de los políticos, platicar con ellos, acompañarlos pero ¿cómo vamos a platicarles a los lectores cómo son los políticos si no los conocemos, si no los respiramos? Tiene toda la razón. Hay que conocerlos para transmitirlos y narrarlos y que los lectores los conozcan de manera más íntima. Son años de periodista observando cómo se comportan los personajes del poder: haber escuchado a políticos hablar, expresarse y pensar. Los políticos tienen un lenguaje muy particular, muy peculiar, ajeno a la mayoría de la gente.
En especial los políticos del partido que retratas
¡Exacto! Un político del viejo partido no dice nunca “dinero”, dice “recurso”… ¿por qué no le dices dinero? A lo mejor tienen una culpa, un conflicto de interés que les quema la boca decir esa palabra. Es cosa de ellos.
¿Cómo empezaste a crear a tus personajes?
En marzo de 2012 ya se perfilaba el regreso del viejo partido, ya lo demás fue ir perfilando, actualizando. Estos personajes a los que tú llamas caricaturizados es un poco también una revancha en contra de una clase política que está retratada en el espejo de la corrupción, los escándalos, los abusos, cada vez más alejada de los ciudadanos. Lo que enfrentan todos los días los ciudadanos es completamente diferente a lo que se habla en los discursos oficialistas. Es un pequeño lujo que podemos darnos a través de la pluma y es una tunda merecida que se han ganado.
¿Es cínico decir que el periodismo íntegro y valiente murió?
Algunos periodistas se dejan seducir por el poder porque es más cómodo. “Para qué denunciar si voy a perder mi chamba, si me van a reducir el sueldo”… muchos piensan así. Pero también hay otros que no se doblan y siguen investigando a riesgo de perder la vida. Me parece de romanticismo (su postura), pero también una preocupación. Aunque sea menor la cantidad de periodistas que deciden denunciar los abusos a aquellos que están cómodos con el halago y con apapachar al poder, mientras haya reporteros que investigan habrá un equilibrio y podremos ver un futuro más alentador para el país.
Tu novela se desarrolla en la época actual, pero parece inspirada en el México de 1970…
En la novela hay un diálogo entre el secretario del Interior y el periodista Félix Buendía, donde Buendía se niega a obedecer una sugerencia del secretario. Félix le dice: “este país ha cambiado” y el secretario le responde: “Este pinche país no cambia, sigue siendo el mismo”. Esa frase sí existió de parte de un funcionario actual. Eso refleja en una frase lo que piensan ellos, cómo ven al país, ninguneándolo, soslayándolo de una forma ofensiva y agraviante para todos, no sólo para los medios. Hay algunas realidades que se toman de los 70’s, sobretodo la evocación de la guerrilla. El pasado nos sigue atando: el miedo del Ejército de repetir un episodio como el de1968. ¡Qué curioso! La novela salió hace unas semanas y en la ficción el ejército se incomoda porque el Presidente quiere sacarlo a las calles a enfrentar a los rebeldes. Esa misma semana, el secretario de la Defensa (Salvador Cienfuegos) dice que no está de acuerdo en que el Ejército salga a las calles a combatir el crimen. Ahí te das cuenta de la línea terriblemente delgada entre la realidad y la ficción.
¿Qué diferencias ves entre el país que imaginaste y el real?
Muy pocas. El poder político sigue actuando de manera soberbia, intolerante, es partidario del control de medios y la censura. Movimientos guerrilleros los hay, que no hayan asomado la cabeza todavía no quiere decir que no existan. Los medios dóciles al poder ahí están y sabemos cuáles son; los medios críticos y combativos ahí están y sabemos cuáles son. Aunque esté bajo la figura del diarismo novelado, ahí está una realidad que nos retrata en personajes o circunstancias en algún momento de la novela.