Unos dicen que todo se debe a una ola de frío que ha afectado la producción, otros más dicen que todo es culpa de las lluvias atípicas de octubre pasado por la presencia de algún huracán. Lo cierto es que el precio del limón otra vez ha subido de manera importante.
El Sistema Nacional de Información e Integración de Mercados reporta un aumento del 13.64% del limón sin semilla esta semana con respecto a la anterior y del 132% referente al precio que tenía hace un año.
Las amas de casa reportan que posiblemente para la comida de esta tarde habrá algún refresco embotellado en lugar del agüita de limón con chía.
Es verdad que existen problemas con la producción de limones en México. Colima, uno de los grandes productores, lucha desde hace años contra una plaga de dragón amarillo que ha matado árboles en amplias zonas de cultivo.
Los cultivos de Michoacán y Veracruz están expuestos a las condiciones climáticas, como los fríos y las lluvias. Además, hay un amplio margen de intermediación entre los productores y los consumidores.
Recientemente el diputado michoacano Sergio Ochoa aseguró que los productores de su estado tienen un costo de producción de 4 pesos por kilo, pero que las lluvias atípicas lo elevaron.
Lo cierto es que hoy en los mercados y supermercados el kilo de limón sin semilla supera los 30 o hasta 40 pesos. Y claro que este episodio nos revive los difíciles días de hace dos años cuando el costo de este alimento llegó y superó los 60 pesos por kilo.
Además, el mercado mexicano es víctima del éxito exportador de esta fruta que hoy se comercializa en por lo menos una docena de países, principalmente en Estados Unidos, pero también en Japón, Corea del Sur, Holanda o Alemania.
Es como el tomate rojo que tiene variaciones en sus precios en el mercado mexicano dependiendo qué tanto de la producción lograda se coloque en el exterior.
Esta tarifa dinámica del limón y del tomate rojo llega a niveles tan altos de aumento en su costo porque son productos con baja elasticidad. El jitomate es indispensable en los platillos de la cocina nacional y cada mexicano consume al año 14 kilos de limón, por eso es que es tan tolerado por el consumidor un aumento de precio tan marcado.
Si nos suben el precio del kiwi, de inmediato hacemos la dieta del kiwi, pero si se incrementa el costo de la tortilla, todos nos sentamos a llorar.
Por eso es que resulta interesante que tanto Diconsa junto con la Profeco hayan decidido entrar al juego de la oferta y la demanda con los limones.
Estas dos instancias del gobierno federal compraron 200 toneladas del fruto para venderlas a un precio por debajo del costo del mercado de menudeo. A través de sus propios canales de distribución colocan el kilo en 23.50 pesos.
No es una cantidad que amenace al mercado, no se van a quejar los productores de una competencia desleal y con recursos públicos. Tiene más bien tintes de programa social y es la única respuesta lógica ante la afortunada imposibilidad de controlar los precios como sucedía antes en la economía mexicana.
Lo único que puede ayudar a controlar tales incrementos tan radicales en determinados costos es autorregular el consumo de ciertos productos cuando se ponen caros. Sobre todo cuando hablamos de este cítrico, del que sí es posible suspender por algún tiempo su compra.
Porque la vida no siempre nos da limones… a buen precio.