Después de superar adicciones, haber cometido delitos y caer en prisión, Edgar, un interno reincidente de 39 años, ha podido trascender fuera de la cárcel tatuando cuero para elaborar bolsas que se venden en México y en más de un centenar de países. New born es su firma, la marca que lo identifica como persona renovada, alejada de malos pensamientos y la intoxicación.
Desde los 13 años, tras la muerte de su padre, Edgar (por seguridad usa un pseudónimo) tuvo contacto con las drogas. El cigarro y el alcohol fueron la puerta de entrada para su adicción a la cocaína. Por su dependencia a las sustancias, y el miedo que le dejó la ausencia de su padre, abandonó su sueño de ser un artista del tatuaje, que ya empezaba a materializar con máquinas artesanales que él mismo hacía con materiales caseros.
Tras el paso de los años, con fuertes adicciones y alejado de sus hijos y su familia, en 2011 fue internado a una clínica de desintoxicación para las adicciones, para después ser ingresado al Reclusorio Norte. Tras cuatro años de encierro, fue enviado al Centro de Ejecución de Sanciones Penales Norte, ubicado a un costado del Reclusorio, a donde trasladan a los internos con condenas menores, y desde ese lugar cuenta a 24 HORAS cómo es que ahora se ha convertido en un artista del tatuaje en “piel muerta”, cuyos diseños son apreciados por gente de todo el mundo a través de la fundación Prison Art.
“Empezó porque hacía arte en repujado, en aluminio, yo empecé en el Reclusorio Norte y acá (en el Centro de Ejecuciones) empiezo a hacer varios trabajos, y gracias a mi amiga Lety quien contacta a la fundación Prison Art para darle auge a mis trabajos. Soy un artesano, y la técnica y el trabajo que hacemos aquí es lo que nos distingue de todos, en lugar de tatuarnos la piel, tatuamos la piel muerta y plasmamos lo que sentimos”, señala Edgar, quien fuera de prisión se dedica a ser agentes de viajes.
Con cuatro años limpio, sin cocaína, mariguana o tabaco, Edgar ha incrementado su equipo de tres personas con las que inició desde el repujado, hasta alcanzar actualmente un total de nueve con él dirigiéndolos. Las alas son su fijación: ángeles, mariposas, calaveras con alas son algunos de sus diseños preferidos pues para él significan la libertad que lo mantiene alejado de pensamientos tóxicos.
“Muchas veces estamos en la calle y vivimos presos de nuestra propias emociones, entonces ahorita estoy ayudándome, alejándome de emociones falsas, pensamientos tóxicos. A veces como internos nos limitamos, de aquel lado hay mucho desempleo, y las pocas opciones que hay pagan demasiado poco, y encima somos nosotros los que nos limitamos”, afirmó el artista recluso.
Fanático de Metallica, los tatuajes y ahora de su trabajo, Edgar asegura que en prisión ha podido encontrase así mismo. Su rutina se basa en levantarse a las 7, dedicar dos horas de ejercicio, y desde las 10 de la mañana hasta las 7 de la noche, o si se puede más tarde, se enfoca a su trabajo, a dar cursos, a capacitar y ayudar a más internos.
Al final del día lo que hace lo mantiene concentrado, enfocado en que el mes próximo pueda resolverse un amparo y obtener su libertad antes de los cuatro años que aún le faltan, porque su sueño es seguir con su trabajo, su arte, estudiar artes plásticas, y poner un estudio de tatuajes.
“Ya sé que me quedé (en la cárcel) pero no me voy a deprimir porque estoy aquí pagando un delito que cometí, estoy pagando a la sociedad, y estoy luchando contra las adicciones, y lucho por dejar todo eso de lado. Por eso mi firma es New born, porque es como si después del proceso contra las adicciones, descubro quién soy y vuelvo a nacer.
Reinserción real
El caso de Edgar forma parte de los más de 200 internos que se han adherido al programa de capacitación que realiza desde dos años y medio la fundación Prisión Art, un proyecto de arte carcelario que busca impulsar un proceso de rehabilitación y de reinserción social “real”, dando trabajo a quienes, además de ser marginados, están privados de la libertad.
“Nuestra misión es ayudar en el proceso de rehabilitación y tratar de lograr una reinserción supervisada para los muchachos a través de un programa de capacitación, los capacitamos e intentamos subirles la autoestima, mantenemos la estructura familiar sólida y tratar de que cuando ellos salgan intente cumplir las reglas”, explicó Jorge Cueto, fundador y presidente de Prison Art.
En una entrevista con este diario, el empresario contó que el proyecto nació luego de que él estuvo recluido en el penal de Puente Grande, Jalisco, donde permaneció 11 meses y a su salida, la cantidad de artesanías que habían elaborado los muchachos que coordinaba fueron suficientes para abrir la primera tienda en San Miguel de Allende, Guanajuato.
Desde entonces a la fecha, la fundación ha abierto cinco tiendas en el país, en las que se venden trabajos elaborados por 200 internos de Puente Grande y del penal de Ejecución de Sanciones Penales Norte, donde está el equipo de Edgar. Bolsas carteras, maletas, zapatos, chamarras, joyería, muebles, esculturas, pinturas son algunas de las piezas únicas que se han vendido en más de 170 países, señaló Cueto.
Sobre el financiamiento de la organización, el actuario de profesión indicó que se trata de una fundación diseñada para trabajar con absoluto autofinanciamiento. “No abrimos una tienda si no tenemos los muchachos suficientes, pero no tomamos un muchacho más para poyarlo si no abrimos otra tienda. Está sumamente calculado”, aseguró.
Para Jorge Cueto, la necesidad de crear fuentes de empleo, y una reinserción que les permita alejarse de los grupos criminales es el motor que impulsa el proyecto, pues cuando han cometido un delito, la sociedad los rechaza y ellos ven acotadas sus aspiraciones de empleo, de vida.
“Hay muchos grupos marginados en México, pero ellos además de marginados están privados de su libertad, son rechazados y viven discriminados, actualmente el 90% de las empresas te piden no tener antecedentes penales, cuando todo mundo los rechaza se voltean en contra de la sociedad y engrosan las filas del crimen, por eso buscamos que cuando salgan tengan un trabajo seguro, bien pagado, y una familia que los reciba, y le damos seguimiento para que tengan una reinserción social real”.
Cueto explicó que en este corto tiempo han logrado que mucha gente del país y extranjeros valoren el trabajo de los internos, pues reiteró que se trata de piezas únicas debido a que cada corte es para un bolsa en específico, así como los dibujos, diseños, los materiales, las texturas que buscan promover la individualidad tanto de quien la hace como de quien la va llevar.
Los precios
Según el sitio web de www.prisonart.com.mx; las bolsas llegan a venderse hasta en 700 dólares y las carteras en 130 dólares; los artistas y sus familias reciben un porcentaje de las ventas y un pago exclusivo por los diseños.
Perfil
Edgar es adicto a las drogas desde los 13 años, aunque está limpio desde hace cuatro años; comenzó su sueño de ser artista, pero las adicciones y el crimen lo alejó de concretarlo. Ahora, tras las rejas, dirige un equipo de artesanos que explotan su talento con el objetivo de retomar la vida productiva en libertad.
Su primer tatuaje fue la serpiente que tiene la portada del llamado “Black Album” de Metallica, la tiene en su pantorrilla, y fue con una máquina casera con la que se lo hicieron. En cuanto salga de la cárcel, Edgar buscará patentar la marcha “New Born”