Esta batalla se ha perdido un sin fin de ocasiones simple y sencillamente porque no hay la necesaria voluntad de ganarla.

 

No podemos justificar las derrotas estableciendo que no existen las herramientas para hacerlo o un plan que sustente la hipótesis de que se puede ganar; es cuestión de querer hacerlo nada más; de convencerse que el número es exagerado y que no hay la debida proporción  en relación con el aporte.

 

Sí, hablamos una vez más del número de jugadores extranjeros que juegan, o bueno, que ocupan un lugar en nuestro futbol, porque en varios casos dura más la negociación y el papeleo para contratarlo que el tiempo de estadía en la Liga.

 

Juan Carlos Osorio, técnico nacional, está a favor de los que piensan que la sobrepoblación no deja nada bueno a la Liga y por ende, tiene una repercusión directa en la Selección. Y no lo dice sólo porque lo cree, sino porque como usted y yo, y todos los que gozamos de al menos, la mínima capacidad de razonar, tenemos ejemplos claros que todo en exceso, incluso esto, tiene afectaciones colaterales. Lo dice porque lo vio de cerca en la Liga Inglesa, esa que tiene deslumbrado a muchos de nuestros directivos porque en efecto tiene muchas cosas que admirarle, sin embargo hay muchas otras que tiene liga directa con su representativo nacional. Lo dice ya que en palabras suyas, ese fue uno de los problemas por los que nunca pudo hacerse de un sitio como jugador en Colombia.

 

Y como él, lo ha dicho cada entrenador que se sienta en ese mismo lugar, el problema es que cada técnico nacional que se ha manifestado a favor de la reducción, una vez de vuelta a dirigir un club, lo primero que hacen es llenar el cupo de extranjeros.

 

Cada quien podrá tener en la cabeza un número, pero no se trata de tener solo un pensamiento, sino de reforzarlos con un ejercicio estadístico muy sencillo. Se trata de contar el número de futbolistas extranjeros y ver cuántos son titulares indiscutibles y de esos, cuantos marcan gran diferencia. Cuántos otros juegan a ratos y cuántos fungen como adorno y como efectivísima herramienta para hacer de la contratación de futbolistas foráneos un negocio gordo para algunos cuantos.

 

Los números están al alcance de todos, pero insisto, se trata de voluntad, esa misma que no existe. Se trata de ser más honestos y de apartarse de la corrupción futbolera. Se trata de creer en la capacidad del futbolista mexicano que muchas veces nos ha demostrado en divisiones menores que hay muchos clubes que trabajan bien y tienen intenciones firmes de producir y ayudar al futbolista mexicano.

 

Decio de María ha hecho cosas positivas en pro del crecimiento del futbolista, una clara muestra son los torneos de divisiones menores y los torneos internacionales que se hacen a lo largo del año. Es un hombre de iniciativas y de proyectos pero lastimosamente no es el quien tiene la última palabra, sino los que por años han rechazado el proyecto: los dueños.