Nadie podría refutar que los torneos largos ofrecen más ventajas deportivas que el modelo que persiste actualmente, y no pretendo meterme en una batalla perdida ya que como en todo modelo de negocio la lana es primero y no hay ni habrá vuelta de hoja.

 

Tiene sus ángulos positivos en términos de emociones y una parte de espectáculo: tener instancias definitivas dos veces es sin duda un aliciente por más que la mayoría de los equipos, una vez llegada esta instancia jueguen más a no perder que a ganar y sea mayor su temor a la derrota que su convicción por la victoria.

 

No tener Liguilla merma la cuota de angustia y suspenso que todo torneo debe tener, además, este sistema permite tener siempre un campeón en la cancha, y eso no tiene precio. Porque se trata de coronar esfuerzos jugando, se trata de levantar el trofeo con la adrenalina que solo una instancia final otorga y que solo el terreno de juego puede generar.

 

La gente del Leicester City podría coronar su sueño comiendo palomitas desde el sofá de su casa viendo a otro equipo jugar; y sí, lo valioso es que esta historia tenga un final feliz, pero también se trata de tener el mejor capítulo final posible, y eso solo es posible cuando los “Foxes” estén en el campo.

 

Hoy podría terminar esta historia si Tottenham no derrota al Chelsea; con un solo punto que deje en el camino el cuadro de Ranieri será campeón. Y lo que son las cosas, el técnico del equipo sería el último en enterarse de eso ya que al momento de desarrollarse el juego, él estará en un avión volando a Italia. ¡Qué cosas!

 

No hay felicidad completa y todos los sistemas de competencias tienen pros y contras, aunque deportivamente hablando no hay cosa más justa que el equipo que mejor haga las cosas en todo el torneo reciba su premio, lo que no siempre sucede, bueno, cosa que raramente sucede en nuestra Liga. Y no sucede porque la Liguilla abre la puerta a dimensiones desconocidas; donde los grandes dejan de serlo y cualquier cosa puede suceder. Llegada la Liguilla importa un pepino si rompiste marca histórica de puntos, si llegaste invicto, si tienes al campeón goleador, si llegas como súper-archi-mega-líder o entras como el más pobre de los diablos. Lo hemos visto muchas veces y no hay señales de que el guión sea diferente.

 

La Liguilla es incluyente, tan lo es que recibe a casi la mitad de los habitantes de la Liga. No discrimina y no se fija si de los últimos ocho juegos solo ganaste uno, (Tigres); si no fuiste capaz de obtener un triunfo sino hasta la fecha nueve, (Chivas); o si solo has logrado ganar cinco juegos de 16 disputados, (Cruz Azul). Otorga pocos privilegios aunque seas la mejor ofensiva, el que más puntos hayas logrado y si sólo perdiste en tres ocasiones. (Monterrey).

 

No, no hay felicidad completa; es lo que hay, y a fuerza de ser sinceros, no está tan mal, aunque podría estar mejor.