El ozono nos va a matar. Un día de estos. Llegue a esa profunda conclusión cuando, por no contaminar, acabé en el taxi de un psicópata. A simple vista era un amable caballero, pero por dentro era un matón. Cuando se acercó un limpiaparabrisas, el chofer se convirtió en la niña de El exorcista y empezó a gritarle: “¡No toques mi coche, aléjate, respétame, te voy a matar!”.

 

Creo que las partículas suspendidas que respiramos están llenas de ira (pobres taxistas que se las fuman todas), nos afectan físicamente y nos envenenan el alma. Por favor no se rían, pero algo pasa.

 

Tal vez la respuesta está en el mensaje de WhatsApp que circula con los orígenes de nuestra gasolina. ¿Ya les llegó? No se sabe quién es el autor, pero en pocas palabras explica que la súper contaminación se debe a la gasolina barata que México importa de China, que rinde mejor pero contamina 500 veces más que la mexicana refinada en EU y 700 veces más que la gringa. Además, produce partículas sólidas terriblemente tóxicas, por eso la neblina grisácea no se disipa, igualito que en China, India o Pakistán, que son los países más contaminados.

 

¡Ya decía yo! Con razón cuando llegué a Nueva Delhi, que es la ciudad con el aire más sucio del mundo, me sentí como pez en el agua. Respiré facilito y ellos me saludaron como si fuéramos hermanos. Namasté para acá, namasté para allá.

 

Viéndolo por el lado positivo, qué bueno que los encargados de comprar los combustibles ahorraron un poco, aunque lástima que olvidaron algo: no somos chinos. Por alguna razón genética, los asiáticos viven mil años y son muy aguantadores. En cambio, los mexicanos nos morimos pronto y por cualquier cosa. Llámenme aguafiestas, pero si no viene a salvarnos pronto un comité de la OMS o del protocolo de Kioto, empezaremos a caer como cucarachas.

 

Y para que no digan que sólo critico y no actúo, estoy ideando un plan de negocios para sobrevivir y volverme rica en medio de la desgracia. Se me ocurrió construir refugios antigases que, además de ser preciosos, aguantan hasta un bombazo nuclear. Además tienen la ventaja de que estarán decorados bajo estrictas normas de feng-shui y tendrán room service. Como en los hoteles de paso, los huéspedes serán alimentados por una ventanita con un dispositivo inteligente, inhibidor de partículas contaminantes.

 

Pero no crean que soy la única que quiere lucrar con la polución. Ayer, mientras esperaba en la fila de la cafetería, escuché a un empresario que le proponía a otro un negocio “seguro, jugoso, sin margen de error”. Decía que para aprovechar el Hoy No Circula van a traer a México unos mini carritos eléctricos recién lanzados en Beijing (con aire acondicionado, cámara de reversa, pantalla) y unas motocicletas, que se han puesto de súper moda en China y África. Oigan, ¿y si mejor nos traen el último invento alemán o japonés?

 

Aunque, pensándolo bien, es casi lo único legal que nos pueden traer de por allá. Qué bueno que se les ocurrió ensartarnos motos de Nairobi y no ébola del Congo. Hay cada desalmado.