A los 24 años, Leticia Mendoza (hoy de 54) descubrió dos cosas: que su matrimonio no funcionaría y que si quería crecer en el competitivo mundo de la industria editorial dominado por los hombres tendría que ajustarse: los horarios eran muy demandantes, ella era la única mujer profesionista en la empresa (las demás eran secretarias o asistentes) y tenía mucho que demostrar, y estaba en su edad más productiva: no era un buen momento para tener hijos.
Se dio cuenta de que esos eran los años en los que tenía que escalar lo máximo posible y decidió dedicar sus 20 y sus 30 años a su carrera profesional. En lo personal, platicó, estableció varias relaciones sentimentales, pero no encontró en ninguna de ellas a la persona con la cual formar una familia. Pasó el tiempo y cuando se casó, enamorada y feliz, su médico le dijo que ya no podía tener hijos por la vía regular y que habría que intentar otros métodos, pero ella decidió que así no.
“No todas las mujeres tenemos la misión de dejar un legado en un hijo, hay otras formas. Una amiga me dijo que probablemente mi legado esté en todos los libros y artículos que he hecho. Lo pensé bien y creo que tenía razón. Yo ya había decidido mucho tiempo antes no tener hijos y ahora lo veo así: en todos esos libros y esas piezas en las que he participado estoy dejando mi granito de arena. Esa es una forma también de dejar algo en la vida”