Se divide en dos, la primera parte tiene que ver con el cierre del torneo mexicano en la etapa de más emociones (al menos eso dice el guión), donde ocho equipos, bueno en realidad, al tiempo que se redacta esta colaboración, 15:30 h. sólo quedan siete, ya que poco interés dejó para la vuelta el Clásico Regio.

 

Con las ansias de ver el Clásico Nacional de nueva cuenta en esta etapa de matar o morir y esperando que los equipos tengan mayores deseos de lo primero que temor a lo segundo.

 

La otra tiene que ver con la visita de las más altas esferas del futbol en el Congreso que se realiza en nuestro país. Un evento de mucho colorido donde México tiene muchas cosas que transmitir y muchos mensajes que mandar. El principal, y con inmejorable ambiente es la capacidad de organización y logística que nos distingue en este futbolero planeta con la firme y única intención, de al menos hacer algo de ruido para lograr meterse en la contienda del Mundial que albergará Concacaf en el futuro.

 

Y México posee ventajas sobre los demás, el principal sería el sabor que tiene el futbol en nuestro país; la calidez de nuestra gente, la capacidad de recibir siempre con los brazos abiertos y el trato que sólo el mexicano puede ofrecer. La operación del día a día es una prueba superada y hay varios botones como ejemplo.

 

Tiene escenarios deportivos que permiten estar a la altura ya que en ese sentido se han realizado inversiones millonarias que soportan un evento de tal magnitud.

 

La experiencia el deseo y el sueño está, ese mismo que se desvanece cuando Estados Unidos se convierte en el principal competidor.

 

Y si tenemos lo establecido anteriormente, nuestro norteño vecino lo tiene por igual en casi todo, y en las cosas de las que podríamos sacar provecho lamentablemente no cuentan cuando se trata de decidir, porque los votos no guardan espacio para la tradición ni los sentimentalismos, los votos son duros, tan duros como Estados Unidos cuando se trata de negociar.

 

Claro, también Canadá podría pretender meterse en la carrera aunque sin aspiraciones reales de llegar primero a la meta.

 

Una tercera Copa del Mundo en nuestro país sería fantástico, histórico y mágico, pero tan irreal como la misma magia.

 

Se vale soñar e ilusionarse, se vale tener aspiraciones y hacer el mejor de los esfuerzos para conquistar lo que se busca, pero la misión es poco menos que imposible cuando  Estados Unidos desea lo mismo.

 

Servirá el Congreso de FIFA para muchas cosas, la elección del nuevo presidente de Concacaf no es poca cosa después de las recientes turbulencias. Es digamos, el primer gran evento de esta naciente nación futbolera que promete ser mucho mejor que la anterior.

 

Sirva este evento para dejar una buena imagen y para estrechar lazos en todos los sentidos, que sirva de verdad en todo lo que no tenga que ver con organizar el Mundial nuevamente, porque esa, tristemente, es una batalla perdida.

 

Claro, con el firme deseo de equivocarme.